sábado, 8 de marzo de 2014

07 marzo 2014 (7) El Mundo del Siglo XXI (opinion)

07 marzo 2014


Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal que juzgó el mayor atentado de la historia de España

'Diez años después, no sabemos quién dio la idea de atentar el 11-M'

'Podríamos pensar que alguien les dio la idea. No lo indagamos. El atentado no lo inspiró Al Qaeda, pero sí el 'alqaedismo'

'Yo no tengo ninguna duda, Zougam es un yihadista. Soy humano, me puedo equivocar. Pero no tengo dudas. No dormiría si las tuviera'

'El explosivo es mezcla de Goma 2 Eco y Goma 2 Ec. A Mina Conchita se le suministró Goma 2 Ec, aunque ésta había sido retirada del mercado'

'Fue un momento de 'shock', Manzano pudo equivocarse. El protocolo es dudoso. Su trabajo pudo tener lagunas pero no actuó de mala fe'

Cuando van a cumplirse 10 años del mayor atentado de la Historia de España, el juez Gómez Bermúdez reflexiona sobre la sentencia que dictó y las dudas que surgieron en torno al 11-M. Lo hace en la sede de EL MUNDO, periódico que cuestionó aspectos cruciales de la investigación y que criticó su resolución. Muchos interrogantes, algunos esenciales, como quién ordenó la masacre, siguen sin aclararse. El juez, sin embargo, cree que la sentencia no podía ir más lejos.
¿Está usted satisfecho con la sentencia del 11-M?
Sí. Todos los miembros del tribunal quedamos satisfechos. Luego, los resultados nunca son redondos. Pero era un asunto muy, muy complicado, jurídica, humana y socialmente.
¿Usted cree que, ahora que han pasado 10 años, quedaron aclarados todos los hechos con la sentencia de la que usted fue ponente?
Con esto hay un problema conceptual. En los procesos penales no se resuelven todas las dudas. Se limitan -y lo dice la sentencia al comienzo- al objeto del proceso penal, que es ver si un hecho es constitutivo de delito y si las personas acusadas son o no responsables de él. Hay muchas cuestiones periféricas que escapan a lo que es el objeto de proceso. Por ejemplo, la motivación última no es objeto de un proceso penal. Por tanto, hay cosas que la sentencia no resuelve, pero porque no es su misión.
¿Cree que se puede sostener la condena de Jamal Zougam como autor material del atentado sobre la base, fundamentalmente, de los testimonios de dos testigos protegidas cuya veracidad es más que dudosa y que, de hecho, están imputadas por falso testimonio?
El planteamiento es erróneo. En primer lugar, a Jamal Zougam no se le condena por el testimonio de J-70 y C-65. Había cinco reconocimientos: estas dos mujeres rumanas, más un testigo protegido [R-10], que es un señor rumano que no tenía nada que ver con ellas, y otros dos testigos protegidos más. El tribunal hizo un análisis muy serio de esos reconocimientos y dijo: «Hay dos reconocimientos que no nos valen, no nos dan fiabilidad; fuera». Hay otro que es impecable, que es el de R-10, sólo que este señor estaba ya en Rumanía porque pasaron años de los atentados y no vino a juicio, pero que reconoció dos veces a Zougam en rueda (rueda es cuando algunas personas de similares características, normalmente cinco, se colocan y él dice «es éste»). Reconoció en rueda dos veces a Zougam a partir del quinto día del atentado; o sea, inmediatamente después del atentado. Luego, tiempo después, se le hizo otra rueda donde todos los participantes eran de rasgos magrebíes, porque Zougam lo es; incluido Bouchar, que en aquella época tenía una similitud física con él. Y tampoco se equivocó. Junto a esto tenemos muchas más pruebas. Las tarjetas del locutorio, su contacto con Abu Dahdah, su integración en la célula de Abu Dahdah. De hecho, aunque no se le acusó en aquel proceso porque creíamos que no teníamos base suficiente, no lo creyó la Fiscalía. No es verdad que sean sólo los reconocimientos y yo no creo que sean dudosos.
Yo estuve con R-10 en Rumanía y él me contó, en una entrevista que publicamos en EL MUNDO, que efectivamente hizo ese reconocimiento pero después de que la foto de Jamal Zougam se hubiera difundido.
Él dijo lo contrario en su declaración ante el juez instructor...
Fue lo que me contó a mí...
Sí, pero ante el juez instructor dijo lo contrario. En un hecho tan grave y tan tremendo como éste, los testigos se sienten a veces intimidados. El tribunal valoró en conjunto la prueba. El asunto es que no se trata sólo de una prueba. Hay muchas. Recuerdo que durante la elaboración de la sentencia lo debatimos mucho. Cuando declararon la madre de Zougam y su medio hermano (así lo dice el Código Civil) Chaoui, dijeron que «a las 9.45 Jamal estaba en la cama y desayunó a las 10». Ninguno de los dos, a pesar de que se les preguntó expresamente, afirmó que entre las 6.00 y las 8.00 estuviera en casa. Ninguno de los dos. ¡Ojalá no nos hayamos equivocado! Porque que un inocente estuviera en la cárcel... Le digo que Zougam es un radical yihadista. Yo no tengo ninguna duda, pero ninguna, ninguna.
¿No le parece extraño que Zougam, por ejemplo, no tuviera contacto telefónico con el resto de la célula que cometió el atentado cuando entre ellos hablaban continuamente por los móviles? ¿Que tras el atentado, en lugar de irse a Leganés con el resto del comando, permaneciera en su casa e hiciera su vida normal, fuera a su trabajo y que, además, cometiera la enorme torpeza de haberles vendido a los miembros de su comando las tarjetas de teléfono para fabricar las bombas en su propia tienda? ¿Eso no le sorprendió?
El hecho de que no se marchase a Leganés obedece a un patrón de conducta de Zougam. Zougam, insisto, es un radical yihadista conocido por la Policía desde mucho antes del 2000. Desde 2001, desde luego, sin duda alguna, cuando se empieza a desarticular la célula de Abu Dahdah. Su patrón de conducta es actuar como un yihadista autónomo, pro occidental, aparentemente integrado, con un negocio, etcétera. Por lo tanto, no se tiene que ir a Leganés, él no tiene ninguna necesidad de eso.
¿También le parece normal que no mantuviera conversaciones con el resto de miembros del grupo?
Le puedo asegurar que de Zougam no hay conversaciones ni siquiera en la investigación de la célula de Abu Dahdah. Zougam tomaba unas medidas de precaución excepcionales. Por tanto, ése es su patrón de conducta. Todo ello no fue valorado en la sentencia porque no fue objeto de prueba. Esto lo digo por mi conocimiento personal, porque he estado en los dos juicios, he estado en ambos como presidente y, por tanto, lo conozco con suficiente profundidad. El que no se marche a Leganés es una cuestión clara. El que venda las tarjetas en el locutorio... bueno, es que, obviamente, los terroristas, como cualquier delincuente, no quieren que les descubran. Él pensó que las bombas iban a explosionar y, por tanto, a las tarjetas no les dio relevancia. Bastante precavido fue al no venderlas él materialmente.
Le insisto: ¿por qué no habló con el resto? ¿Por qué no hay grabaciones de Zougam con el resto del grupo?
Tampoco las tenía con Abu Dahdah.
Esa rotundidad que emplea a la hora de afirmar que era miembro de esa célula no tuvo consecuencias penales para él. ¿Por qué no se le condenó ni se le procesó en su día?
Justamente porque no había base. Según la Fiscalía y la Policía, no había una base sólida para acusarle. Muchos o algunos miembro de esa célula de Abu Dahdah no fueron acusados y, posteriormente, se integraron en la célula del 11-M. No es el único. El Tunecino también tenía contacto con Abu Dahdah. También Bouchar, creo recordar. Además, Attila Türk dijo que Haski conocía a Zougam. En realidad, estamos siempre en la génesis muy anterior al 11-M. Esto es una cosa que ya no se discute hoy por hoy, gracias a Dios, en el mundo de la investigación, en el mundo del yihadismo.
¿Usted no tiene ninguna duda de que Jamal Zougam iba en el tren y fue autor material del atentado?
Yo no tengo ninguna duda. Dicho esto, soy humano, me puedo equivocar, pero no tengo ninguna duda. No dormiría si tuviera dudas.
¿Usted no tiene tampoco ninguna duda sobre el tipo de explosivo que estalló en los trenes?
No. En este asunto no hay posibilidad alguna de error. Es decir, lo que explosiona en los trenes es Goma 2, y lo que dice la sentencia es que en esa Goma 2, con casi toda probabilidad, hay una mezcla de Goma 2 Eco y de otra que se conoce como Goma 2 Ec. Pero da exactamente igual, porque nunca se le ha puesto una marca comercial a los explosivos. Sabemos que es una dinamita goma, que es lo que determinan los análisis químicos; lo demás es prácticamente irrelevante. Aunque hubiera sido Titadyn, eso no demuestra nada, no demuestra absolutamente nada.
Pero usted, de hecho, encargó una pericial sobre los explosivos...
Encargué muchas...
Pero hablo del caso concreto de los explosivos. Lo cual suponía de alguna forma cuestionar la instrucción del caso, que daba por hecho que el explosivo era Goma 2 Eco. ¿Cómo se explica que hubiera diferencias de criterio que, de hecho, partieron a los peritos en dos bloques?
En primer lugar, el admitir esa pericial no implica dudar de la instrucción. Tiene que ver con el derecho de las partes a la defensa y varias defensas pidieron esa pericial. El tribunal estimó que tenía que acordarla, pero con unas características que no dejaran duda sobre el final. La instrucción es simplemente fuente de prueba, no es prueba. Pensamos que era un proceso que había dividido al país o, mejor dicho, un hecho que había dividido al país y que teníamos que ser tremendamente claros y transparentes. El que hubiera diferencia entre...
¿En esa época usted, honestamente, no tenía ninguna duda sobre ese asunto?
Vamos a ver, en esa época yo, como presidente del tribunal y ponente, lo que pensaba es que había un defecto, muy tradicional por cierto, muy recurrente en los tribunales, en los juicios de terrorismo. Y es que las periciales son siempre de una parte. Para entendernos, las hace la Policía y los demás consienten. Yo hablé con mis compañeros del Tribunal y les dije: «Es fundamental que se haga una prueba con los peritos de todas las partes, de acusación y defensa». El objetivo era despejar cualquier duda. Claro, antes del juicio yo tenía todas las dudas del mundo, porque no tenía prejuicios.
Hábleme de las discrepancias entre los peritos...
No es cierto que hubiera discrepancias. En el juicio, yo recuerdo... Está en la grabación. Para eso se grabó todo y se retransmitió en directo. Por dos o tres veces pregunté insistentemente a los peritos, a todos: «¿Están ustedes de acuerdo con esta conclusión?». Era en relación al dibutilftalato. Y todos dijeron: «Sí». Incluido el señor Iglesias. Este señor no puede venir diciendo luego que no estaba de acuerdo. Asintió y está en la grabación.
Pero usted tuvo la oportunidad de ver, como hemos visto todos, las grabaciones en el laboratorio, cuando aparecen elementos que contradicen la tesis oficial sobre el tipo de explosivo...
Se refiere a las trazas de nitroglicerina...
...que contradicen el hecho de que pudiera haber sido Goma 2 Eco. Efectivamente, en esa prueba pericial aparecieron algunos elementos que hacían dudar del tipo de explosivo que utilizaron los terroristas.
Pero es curioso: fíjese, en esa grabación lo que se ve es la reacción de, digamos, el jefe del equipo: «No puede ser... tal». Bueno, dice otra cosa, pero no es propio repetirla ahora. Es una prueba de la limpieza del procedimiento. No se ocultó nada. Pero es que, además, la Goma 2 EC tiene la nitroglicerina entre sus componentes.
Pero la Goma 2 Ec estaba retirada del mercado en 2004.
Hay documentos que demuestran fehacientemente que a Mina Conchita en 2003 y 2004 se le suministró Goma 2 EC que, en efecto, en teoría estaba retirada del mercado y no se fabricaba. Pero están los documentos ahí y está hasta el precio que pagó Mina Conchita. ¿Por qué? Pues mire, porque el descontrol de explosivos en Asturias, en aquella época, era impresionante. Además, lo que se encuentra es una traza. Y una traza puede obedecer a muchas razones. Es verdad que en este proceso se intentó todo. Al final, quedan siempre flecos. Lo esencial es que lo que estalla en los trenes es una dinamita goma. Sea cual sea la marca. Y, desde luego, ETA no tuvo absolutamente nada que ver con ese tema.
No he mencionado a ETA....
No, no. Lo digo por el Titadyn. Porque sabemos que va asociado a esa teoría. ETA no tiene nada que ver con este atentado. No es que tenga una convicción firme y sólida, es que hay siete informes periciales y cinco testimonios en el juicio oral.
¿Usted cree que el responsable de los Tedax, Sánchez Manzano, asumió un papel que no le correspondía al analizar los restos de explosivos cuando esa tarea, según los protocolos, le corresponde a la Policía Científica?
Es discutible. Según los protocolos, no estaba tan claro que correspondiera a la Policía Científica cuando se trata de un atentado recién cometido. Podemos discutirlo. Lo que digo sinceramente es que se hizo... El trabajo policial fue muy bueno. Es verdad que tiene lagunas, como todos los trabajos. Yo no puedo pensar, ni de lejos, que Sánchez Manzano o cualquier otro miembro de la Policía, de la Guardia Civil o del Gobierno, incluso meto al Gobierno, honestamente pensara en manipular nada. Mire, el planteamiento de que hubo una superconjura...
De nuevo es usted el que habla de algo que yo no he mencionado.
No, pero le cuento. Permítame que le diga algo que he madurado durante estos años. El planteamiento de que hay una conjura para montar los atentados en el que está un señor como Sánchez Manzano es insostenible. Se pudo equivocar, creo que fue un momento de shock para todo el país, incluido yo. Yo fui de los primeros que afirmó cosas que luego me di cuenta de que no eran ciertas. Creo que Sánchez Manzano fue un hombre honesto.
¿Usted no admite siquiera que se equivocó quizá por asumir un excesivo protagonismo al llevar a su laboratorio...?
Su mini laboratorio...
En efecto, que se metió en un asunto que le desbordaba.
Determinar qué tipo de explosivo es el que se ha usado en un atentado es relativamente fácil. Ahora determinar el tipo y la marca..., eso es imposible. Es que nunca se le ponen marca a los explosivos. Que era una goma, una dinamita goma, eso lo podía hacer Sánchez Manzano o, mejor dicho, su departamento. Que se equivocara, no lo sé, porque yo ya no recuerdo exactamente lo que decía el protocolo de la época. Sí creo recordar someramente que decía que no debía ser él o, mejor dicho, su departamento. Pero, insisto, si eso no va acompañado de una mala fe, de un intento de manipulación, de un intento de ocultación, pues... ¡Ojalá lo hubiéramos hecho todo conforme a la norma!
Usted, durante el juicio oral, sometió a un durísimo interrogatorio al señor Sánchez Manzano. Cuando concluyó, ¿creyó su versión de los hechos?
En ese juicio, en ese proceso en general, todo el mundo intentó ocultar o maquillar sus errores, errores involuntarios. Por salirnos de Sánchez Manzano, es inimaginable que casi 200 kilos de dinamita salgan de Asturias hacia Madrid sin que se entere la Guardia Civil. Y ocurrió... Y además, por un sistema pedestre, en autobuses, en coches que paró Tráfico, ... Un atentado es, siempre, un fallo de seguridad. Lo que no debemos es confundir un fallo de seguridad con la mala fe o con otras cuestiones. Hubo un fallo de seguridad, como en cualquier atentado, incluido el 11-S en Estados Unidos o todos los de ETA.
Cuando usted dijo que algún testigo iba a ir caminito de Jerez... ¿se refería a Sánchez Manzano?
No. Esa frase ha sido muy manipulada y mal usada. La dije a un grupo de chavales, de COU, de finales de ESO... Eran chicos jóvenes. Uno de ellos me preguntó qué pasaba si alguien mentía al juez... Entonces yo le expliqué que, cuando alguien mentía en un juicio, comete un delito y, entonces, desde luego en nuestro tribunal, si alguien mentía iría caminito de Jerez... Les aclaré que, para que haya delito de falso testimonio hay que esperar a que haya sentencia firme; en segundo lugar, que la mentira haya sido esencial, no que sea una mentira accidental y, además, que haya influido en el resultado del proceso. Es falso que se lo dijera a nadie más y en ningún otro sitio.
Durante el proceso, ¿nunca pensó procesar a Sánchez Manzano por falso testimonio?
Sinceramente, no lo recuerdo. Procesarle... no. A mí hubo actitudes que no me gustaron. Pero no me refiero al señor Sánchez Manzano. Hubo testigos reticentes, testigos que intentaban cubrir sus errores, que eran errores probablemente involuntarios. Allí nadie había cometido ningún error, cuando era evidente que se habían cometido errores. Pasó con el control de explosivos o con, por decirle algo más sencillo, incluso con la custodia de algún vestigio o pieza de convicción. Pero todos intentaban cubrirse, todos lo habían hecho todo perfectamente, lo que no es verdad. Es como si yo le digo que el tribunal fue perfecto. No, no es verdad, claro que no.
¿A usted no le ha sorprendido que unos individuos como los que, según la sentencia, cometieron el atentado, que no tenían experiencia con explosivos y que no eran un comando terrorista organizado, pudieran confeccionar estas bombas tan mortíferas y planificar un atentado con una precisión que, de hecho, provocó el mayor atentado de la Historia de España? ¿No le sorprendió la tipología de esa gente con el resultado final?
En la célula del 11-M había todo tipo de individuos. Había gente muy preparada, por ejemplo El Tunecino; estaba Morabit, que no le condenamos por el 11-M, pero sí por pertenecer a organización terrorista. Estaba Belhadj, que es un yihadista reconocido, al que también condenamos por pertenencia, pero no por el 11-M. Había al menos dos o tres personas con conocimientos suficientes en electrónica. El mismo Zougam era un experto en telefonía: tenía una tienda de eso. Lo que siempre podremos pensar, y es lícito, es que alguien les tuvo que dar la idea. No sabemos quién, pero es que eso queda extramuros del proceso penal. No lo hemos indagado, yo no lo he indagado. ¿Quién le da las ideas de atentar así? Pues no lo sé.
Pero a las personas a las que usted atribuye conocimientos no se las condenó por el atentado...
No, no digo que sean éstos precisamente.
Le insisto. Los que murieron en Leganés, más Zougam, no se corresponden con la tipología de un grupo terrorista con preparación, como para cometer ese atentado tan eficaz.
Pongamos la oración por pasiva. Afirmamos que no tenían esa preparación, pero cuando se descubrió el artilugio que había en la llamada mochila de Vallecas, y los cables no están bien conectados, hay gente que asumió que eso no lo podían haber hecho ellos. O sea, una de dos: o son unos técnicos fabulosos y entonces hacen una conexión fabulosa o, como se vio en la mochila de Vallecas, eran unos chapuceros que hacían unas conexiones rudimentarias. De hecho, se soltó una de ellas y, gracias a eso, pues llegamos adonde llegamos. Yo creo que sí, que tenían preparación suficiente. Es verdad que es un atentado tan brutal que uno piensa, porque es normal, cómo estos individuos han sido capaces de planificar y ejecutar algo así, y esto creo que usted y yo lo hemos hablado más de una vez. Al final, piensas que es muy fácil matar. Tres meses antes, el 24 de diciembre de 2003, ETA puso una bomba: 50 kilos de dinamita en el expreso Irún-Madrid. Tres meses antes, el 24 de diciembre de 2003. Y por un procedimiento churrigueresco que es meter los terroristas una maleta, colocarla delante de un asiento y bajarse. Fíjese, porque hay similitudes curiosas, y estoy mencionando a ETA aposta en este atentado porque es lo que nos indujo a todos a pensar que era ETA. En este atentado, la maleta con 50 kilos de dinamita, según todos los expertos, nunca habría explosionado. ¿Sabe usted por qué? Porque el temporizador no tenía pilas ¿Cómo puede no tener pilas un temporizador que pone un grupo terrorista tan cualificado como ETA? Porque la vida es así. ¿Sorprende? Claro que sorprende, cómo no va a sorprender.
Durante el proceso supimos que personas clave que participaron de una u otra forma en el atentado (Trashorras, Zouhier, El Chino etcétera) eran confidentes de cuerpos policiales o estaban siendo seguidos o investigados por ellos. ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Cree que se pudo haber evitado el atentado?
Insisto en la idea de antes. Hubo un fallo de seguridad. Si, desde luego, se llega a trasvasar información entre el Cuerpo Nacional de Policía, la Guardia Civil, los distintos departamentos de cada cuerpo, probablemente no habría ocurrido el atentado. Pero es que esto mismo ha ocurrido en EEUU. Si se hubiera intercambiado información, si todo hubiera estado coordinado, probablemente no se habría producido el atentado. La seguridad absoluta no existe.
Usted afirma que no se sabe quién inspiró el atentado. Pero la Fiscalía en sus escritos sí que hablaba de autoría intelectual. ¿Quién cree que fue el autor intelectual del 11-M?
El alqaedismo, en el sentido amplio de la palabra. Cuando hablamos de los llamados autores intelectuales, estamos cometiendo dos semierrores. En el proceso penal no se investiga el autor intelectual, salvo que haya un dato que te diga que hay un inductor, que hay alguien que, por encima de los que ejecutan el hecho, lo ha ordenado, en cuyo caso hay que perseguirle como autor. En este caso, eso no se vislumbró. Aquí, lo que hay ciertamente son inspiraciones. ¿Son todos los que están? ¿Están todos los que son? Probablemente, no lo sabremos nunca. Pero, honestamente, yo creo que fue un atentado no inspirado directamente por Al Qaeda, pero si por el alqaedismo. Probablemente algún yihadista destacado que no estuvo al alcance de la Justicia fue el que dio la idea de cómo ejecutar. ¿Saberlo? No lo vamos a saber nunca porque es imposible; creo yo. Después de 10 años y de todos los juicios que se han hecho, es muy difícil. Tenga en cuenta que no todos fueron juzgados, porque unos se suicidaron, otros se fugaron. De Belhadj yo no tengo duda de que sabía mucho del 11-M, sólo que el tribunal no tenía pruebas para condenarle. Hasan Haski era un dirigente del Grupo Combatiente Islámico Marroquí y le condenamos a 14 años de prisión por ese delito, pero no pudimos condenarle por el 11-M. El proceso penal tiene sus límites y llegamos donde llegamos. Yo no tengo duda que el 11-M tuvo inspiración yihadista. Igual que no tengo duda de que no se programó para coincidir con las elecciones. Esto es otra cosa que está absolutamente acreditada.
¿Cree que no hubo esa intención al hacer el atentado tres días antes de las elecciones?
Hay documentos que lo acreditan. Se sabía mucho antes de que se convocaran las elecciones. La fecha del 11-M estaba elegida.
¿Documentos en los que se fija la fecha del 11-M?
Están en el sumario. Por ejemplo, la famosa tarjeta prepago de Belhadj, que nos llevó de cabeza. Porque decíamos, ¿cómo podemos no condenar a este tipo, con perdón, si es un señor que en octubre de 2003 compra una tarjeta prepago y hace constar como fecha de nacimiento 11 de marzo de 1921? Pero claro, no es suficiente para condenar a alguien en un proceso penal.
¿Recibió presiones durante el juicio?
Antes, durante y después. Pero esto pasa siempre.
¿De quién?
De los de siempre, de todo el mundo. Todo el mundo tiene intereses. La presión es connatural al ejercicio de ciertas facultades jurisdiccionales, sobre todo cuando se acercan al poder. Lo importante es que la presión no influya en la decisión del tribunal.
¿Y no influyó?
Para nada, absolutamente para nada. Como no influyó la presión no ya política o mediática, por ejemplo, por poner un caso, sino incluso personal. El tribunal fue muy libre en su decisión.
¿Cree usted que el juicio le costó el cargo de presidente de la Sala Penal de la Audiencia?
No lo sé, pero tampoco me importa.
¿Usted cree que influyó?
Sí, sí, claro. Yo creo que lo que ha influido... Lo que pasa es que no me gusta decirlo, porque parece que yo soy el juez perfecto, cuando soy absolutamente imperfecto. Pero yo creo que lo que ha influido es que no soy una persona que se deje ni aconsejar ni dirigir. Yo hago lo que creo que tengo que hacer en cada momento. Mire, una semana antes de mi intento de renovación de la presidencia, por unanimidad conseguí que se archivase el caso Faisán. Mejor dicho, revoco el procesamiento en el Pleno. Una semana antes. Si yo llego a ser una persona que tengo un interés personal, pasteleo, como se dice popularmente, le doy largas y resuelvo tres semanas después. Yo no hice eso. Yo hice lo que en justicia creía que tenía que hacer.
¿Se interesó alguien del Gobierno por sus conclusiones antes de que se conociera la sentencia? ¿Hubo alguien del Gobierno que le preguntara por dónde iban a ir los tiros?
A mí directamente no. Pero a través de terceros, sí.
Y ¿quién se interesó?
Sabe de sobra que no lo voy a decir. No lo he dicho en 10 años, no lo voy a decir ahora.
¿Cambiaría ahora algo de lo que hizo o dijo entonces?
Sí, claro. Por ejemplo, la forma en que me comporté con Zouhier. Lo he dicho muchas veces. No me reconozco en algunas imágenes. O con algún abogado. Yo no estoy al 100% satisfecho, ni mucho menos. Ni siquiera, el 70%. Yo soy muy duro conmigo. Muy, muy duro.
¿Pero nada que tenga que ver con la sentencia?
Hombre, si llego a trabajarla tres veces más, pues habría sido mejor, habría sido más redonda, más... Pero en cuanto a las conclusiones, en el fondo, no.
¿Usted midió las repercusiones mediáticas que iba a tener la lectura de la especie de resumen de la sentencia que hizo delante de los medios de comunicación?
La responsabilidad, lo digo claramente, es mía. Se han dicho muchos disparates sobre esto. Que si mi entonces mujer tenía algo que ver... etcétera. Es rigurosamente falso. Yo, a las 6.00 horas, después de no haber dormido en todo el día, reuní a los miembros del Tribunal y les planteé que teníamos que hacer un resumen y me dieron el visto bueno. Pero es una decisión absolutamente mía y, desde luego, no pensé en absoluto ni molestar ni desmentir a nadie.
¿Usted no cree que fue un error que su mujer publicara un libro sobre el 11-M justo al terminar la sentencia?
Mi entonces mujer, yo no tengo duda alguna y lo digo, de verdad y con toda honestidad, hizo un trabajo honrado. La única pega que yo le pondría al libro, aparte de la oportunidad de la fecha, es que me pone como si yo fuese... bueno, un súper hombre, como si yo fuese infalible. Cuestión distinta es que por las tensiones que había, al final pagó los platos rotos de todo, y lo que se hizo con Elisa fue censura, pura y dura. Además, me preguntaría muy seriamente si se hubieran atrevido a hacerlo si ese libro no lo escribe una mujer y, encima, la mujer del juez. Lo dudo mucho.
Pero usted no cree que fue un error...
Sí, sí, he dicho que fue inoportuno. Lo he dicho. O sea, contemporáneamente no lo ves porque no estás en eso, estás en otras cosas y, visto ahora, claro que fue un error. Por cierto, en ese libro no se revela absolutamente nada que no esté o no estuviera ya publicado.
¿Cree que los partidos políticos buscaban la verdad o aprovechar el 11-M para su propio interés?
Qué complicado... No lo sé, no lo sé. Había tanto nervio, había tanta tensión y produjo tal debacle, sobre todo por el hecho de que las elecciones fueran tres días después... Todo el mundo intentó llevar el agua a su molino, todo el mundo. O sea, aquí quien esté libre de pecado... Todos, creo que todos. Pero no creo que fuera malintencionadamente.
¿No habría sido mejor para el país y para la investigación haber retrasado las elecciones?
Es una decisión muy difícil. Pero yo lo que sí le digo como ciudadano, y lo he comentado también otras veces, creo recordar, yo eché de menos dos cosas: que no hay una sola fotografía en la que aparezcan todos los líderes de los partidos políticos encabezados por el presidente del Gobierno; y, en segundo lugar, dentro de esas posibilidades, si se aplazaban las elecciones, tenía que haber sido con la absoluta unanimidad de todos. El riesgo era que atrasar las elecciones podía entenderse como un triunfo de los terroristas. Pero a lo mejor habría sido una decisión acertada. Desde luego, votar en caliente después de un trauma como éste no parece la mejor de las opciones.
Y los medios de comunicación, ¿qué papel cumplieron?
Creo que mi compañero Juan del Olmo hizo el mejor trabajo posible, se dejó la salud, hizo una buena instrucción, pero creo que cometió un error, y es que cerró informativamente el asunto e hizo que todos ustedes buscaran información por donde fuese. Y no era información imparcial, no era una información cristalina, metían el dedo en la llaga, buscaban siempre los fallos, y eso provocó una instrucción un poco compleja. Pero no tengo duda sobre el papel de los medios de comunicación.
¿Usted cree que EL MUNDO estaba en una especie de operación para hacer creer que había una conspiración?
Ustedes pensaban que había algo no aclarado e intentaron investigarlo. También pienso que, cuando tuvieron evidencias claras de que no llevaban razón en algunos asuntos, no fueron capaces de rectificar en el momento, sino que dejaron pasar un poco el tiempo, fueron virando. Dicho esto, ¿se les puede reprochar? Mire, no soy quién para juzgar lo que hace un medio de comunicación, lo que sí creo es que en su planteamiento inicial fueron honestos.
¿No cree que a EL MUNDO se le usó como chivo expiatorio?
Sí, también. Estoy de acuerdo en eso.
Si ahora le volvieran a poner sobre la mesa el hacerse cargo de este asunto, ¿usted lo volvería a hacer?
Sin duda alguna. Para mí fue un privilegio. Profesionalmente fue un reto. No era sólo un reto jurídico, era un reto personal, nos dejamos ahí la piel mucha gente... el Tribunal pero, sobre todo, los funcionarios. Las víctimas fueron absolutamente ejemplares, lo mismo que las familias de los acusados. Fue un privilegio


Opinión:

No voy a hablar sobre la sentencia porque estoy plenamente de acuerdo. Las cosas se juzgan sobre pruebas y no sobre sospechas, deseos o suposiciones.
Pero dicho esto, quiero recordar uno de los momentos más humanos que he vivido en un juicio desde que asistí al primero en octubre de 1987.

El día en el que se leyeron las conclusiones definitivas en la Sala de la Casa de Campo de Madrid, la planta donde se celebró el juicio estaba repleta, especialmente de los representantes de la judicatura. Pero en la planta inferior (ya viendo el juicio a través de las pantallas de televisión) se encontraban más de doscientas personas, la mayoría víctimas. Era un momento muy especial del juicio, casi definitivo. Algunas de las víctimas me comentaron que no entendían ciertos comentarios que se estaban leyendo y plantearon la remota posibilidad de que el Juez Gómez Bermúdez les aclarara sus dudas cuando acabara la lectura.

En cuanto acabó la sesión me acerqué al Juez y le comenté la posibilidad de que bajara a la sala inferior y tuviera un tiempo para poder estar con aquellas víctimas y explicarles todo lo que quisieran saber.

Bajó. Escuchó y respondió a todo lo que le preguntaron. Durante casi dos horas. Nunca he visto a otro juez hacer algo parecido.

Y ya que hablamos de “ver”…. no vi ni un solo día a los representantes de la otra asociación que dice representar a víctimas del 11M… ni un solo día…

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