martes, 2 de septiembre de 2014

31 agosto 2014 El Periodico de Catalunya

31 agosto 2014



Fascinación por la yihad

Un sondeo revela que, pese a sus atrocidades, el Estado Islámico cosecha simpatías entre la población europea




Masacran a inocentes, venden a mujeres como esclavas, decapitan y crucifican a sus prisioneros, expulsan de sus casas a los fieles de otras religiones. El listado de atrocidades cometidos en Siria e Irak por los yihadistas del Estado Islámico es inacabable. Pero, pese a su salvajismo, esta entidad terrorista no solo ha logrado desbancar a Al Qaeda como abanderada de la yihad si no que está logrando un apoyo sin precedentes entre los jóvenes musulmanes residentes en Europa, sobre muchos de los cuales parece ejercer un atractivo irresistible.
Así lo muestra la creciente cifra de voluntarios que desde Europa están acudiendo a combatir en las filas del EI y así empieza a quedar patente en encuestas. En concreto, un sondeo del ICM Research, empresa británica de encuestas, miembro del British Polling Council, y que realiza esos estudios para los principales medios de comunicación del Reino Unido, ha puesto sobre la mesa inquietantes resultados.
ICM Research planteó a 3.007 personas (1.006 en Francia, 1.000 en Gran Bretaña y 1.001 en Alemania) esta pregunta: «En base a lo que sabe diga, por favor, si tiene una opinión muy favorable, algo favorable, algo desfavorable o muy desfavorable del Estado Islámico».
El sondeo se hizo por teléfono, mediante un sistema de elección aleatorio, y los consultados suponen, según ICM, una muestra representativa de toda la sociedad, no solo del colectivo musulmán. «La razón es que nosotros no podemos preguntar datos étnicos o religiosos en Francia, pues es algo que está prohibido por ley», comenta un responsable de la empresa encuestadora, que insiste en la representatividad del sondeo pero no quiere comentar los resultados. «Nosotros solo comentamos los elementos de metodología de las encuestas», señala.
Mientras que en Alemania el 2% de los consultados decían tener una opinión favorable o muy favorable del EI, en Gran Bretaña, ese porcentaje era del 7%. El resultado más preocupante fue el de Francia. Según el sondeo, el 16% de la población (uno de cada seis) tendría una opinión favorable o muy favorable del EI.
Un desglose muestra que, entre los jóvenes franceses de entre 18 y 24 años, el 27% tiene una opinión favorable o muy favorable; una tasa que entre los jóvenes de entre 35 y 34 años baja al 22%; y que entre aquellos cuyas edades van de los 34 a los 44 es del 20%. La tasa de apoyo a los yihadistas solo baja a partir de esa edad, cuando ya cae a el 10% de la población. Según la encuesta, en el colectivo de desempleados la tasa de apoyo es del 23% y del 21% entre trabajadores poco cualificados.
En el caso británico la franja de edad que tiene más simpatía por el Estado Islámico es la que va de los 35 a los 44 años, con el 11%. Otro sondeo, esta vez en Arabia Saudí, mostró que el 92% de la población cree que «el EI actúa conforme a los valores del islam y de la ley islámica». En cambio, en Gaza ese apoyo al EI es mucho menor, del 13%.

Ni europeos ni magrebís

Ese elevado porcentaje de apoyo sorprende, pues la población musulmana en Francia no supera el 6% del total. Para expertos como Fernando Reinares, investigador principal en terrorismo del Real Instituto Elcano y uno de los mejores expertos españoles en yihadismo, «puede que la encuesta refleje el apoyo de sectores antisistema y antisemitas». «En cualquier caso, el resultado refleja el atractivo sin precedentes que el Estado Islámico y sus acciones están teniendo entre muchos jóvenes musulmanes europeos», explica. Y resalta el impacto de ese nuevo yihadismo en países «con musulmanes de segunda o tercera generación». Son jóvenes que no se sienten europeos ni magrebís, y que perciben como la sociedad en que viven les desprecia por su origen. «El atractivo del EI colma el problema identitario que pueden tener esos jóvenes», comenta.
«En estos individuos jóvenes que acaban adhiriéndose al EI suele darse una combinación de motivaciones emocionales (sobre todo odio y frustración), motivaciones identitarias (reveladoras de su escaso acomodo a la sociedad occidental) y motivaciones utilitarias (la percepción del Estado islámico como una organización fuerte que ha logrado éxitos)». Esto último, a juicio de Reinares, es «fundamental pues una persona puede sentir odio pero quizá no dé el paso a menos que exista una organización capaz lograr objetivos reales».
«Al Qaeda ya apenas moviliza. El que moviliza ahora es el Estado Islámico y lo hace en magnitudes desconocidas en Europa y que no se habían producido con conflictos como la lucha contra la invasión soviética de Afganistán o la estadounidense de Irak», comenta Reinares, que pone de relieve: «Al Qaeda les ofrecía integrarse en una organización yihadista; en cambio, el Estado Islámico les ofrece formar parte de una sociedad yihadista. Es un atractivo muy poderoso. El EI ha conseguido lo que Al Qaeda solo prometía».
Sin conciencia de la inmortalidad
El profesor de Antropología de la Universitat de Tarragona y el principal especialista sobre la comunidad musulmana en Catalunya, Jordi Moreras, destaca «el atractivo de que la promesa islamista se concreta». «Esa percepción de que por primera vez se puede participar en la construcción de una sociedad bajo lo que ellos creen que son las verdaderas leyes del islam tiene un gran impacto, es de una novedad y un frescor absoluto», comenta Moreras, que añade que «otro elemento que genera mucho atractivo es que, por primera vez, una entidad islámica al unir territorios de Siria e Irak borra las fronteras que los occidentales fijaron con su colonización».
Ian Robertson, director del Instituto de Neurociencia del Trinity College, en Dublín, señala que «no es difícil sencillo que un joven inadaptado adopte una nueva identidad, que es lo que ofrece el EI y que llena el vacío que siente». Su disposición a morir obedece, según Robertson, a que los jóvenes «tienen menos conciencia de su propia mortalidad».
El antropólogo estadounidense y experto en terrorismo Scott Attran, señala: «Quien está en los márgenes de la sociedad, quien se siente despreciado, de pronto encuentra un grupo que le atiende, que le apoya, que le hace sentir parte de algo, de algo más grande. Ser parte de un grupo es la mayor motivación que existe para una persona».

Derrumbe de la tradición

Y si ese grupo pelea por unos valores, como la religión islámica, que forma pate de tu identidad la atracción se multiplica. «Estos jóvenes se unen a la yihad porque quieren hacer algo grande, algo heroico, algo glorioso. La gloria es la mayor motivación para dar la vida».
Además, hay un derrumbe de la tradición. Ya no son solos los padres o los abuelos quienes les enseñan su religión. Son otros jóvenes de otras partes del mundo. Y lo hacen a través de internet. «Están forjando una nueva identidad cultural», añade Attran.

El poder de lo abstracto

Ellos están convencidos de que Occidente maltrata al islam y que han de preservar su religión. Y están dispuestos a morir por ello. Aunque pueda parecer absurdo que alguien acepte morir por algo abstracto, Atran señala: «Eso es consustancial al ser humano. Que los humanos seamos capaces de hacer los mayores sacrificios por ideas abstractas como la patria o la religión es lo que nos ha dado la capacidad de crear grupos con individuos que no son de nuestra familia. Y eso es lo que nos ha permitido salir de las cuevas. Estamos programados para ese absurdo».


No hay comentarios:

Publicar un comentario