lunes, 9 de febrero de 2015

08 febrero 2105 (2) El Correo (opinión)

08 febrero 2015



“¿Disparaste tú a mi hermano?”







El 22 de junio de 2012, Consuelo Ordóñez, hermana del concejal del PP Gregorio Ordóñez asesinado por ETA en 1995, se reunió cara a cara en la prisión alavesa de Zaballa con el preso disidente de la banda Valentín Lasarte, uno de los terroristas que participó en el atentado. Ordóñez fue a la cárcel con un guión. Instituciones Penitenciarias le permitió acceder al encuentro con sus papeles y allí tomó nota de todo lo que el recluso le respondió. La transcripción, de la que bajo estas líneas figuran algunos extractos, se incluye en el libro ‘Agujeros del Sistema’:

Consuelo Ordóñez: Creo que tienes algo que decirme, que tienes que empezar tú… 
Valentín Lasarte: Sí… Te pido perdón. Sé que lo que he hecho es irreparable. El daño que le he hecho a la mujer de Gregorio, a su hijo, a ti, a tus padres… Lo siento muchísimo
C.O.: Por lo mismo que acabas de decir, porque es algo irreparable, por ese motivo no te puedo perdonar. (…) El que te tiene que perdonar es mi hermano y está muerto. 
En otro momento de la conversación hablan de varios casos por esclarecer.

Te sigo de cerca porque no tengo más remedio. Voy a los juicios y veo que nunca quieres colaborar. Siempre encubres a tus compañeros y ese es el motivo que me ha movido a hacer lo más difícil que he hecho hasta ahora (…). 
V.L.: Cuando me detuvieron y me llevaron a declarar a la Audiencia Nacional, se lo conté todo con detalles a Garzón (el juez Baltasar Garzón). Le conté todo de todos los atentados en los que participé. Eso es lo que sé.

C.O.: Entonces, ¿por qué se te olvida lo que contaste a Garzón cuanto te preguntan en los juicios? 
V.L.: (Silencio).

C.O.: ¿Sabes que hay más de trescientos atentados sin resolver? 
V.L.: No.

C.O.: Ese es el motivo por el que te vengo a ver. ¿Conocías a mi hermano? 
V.L.: De vista. De San Sebastián, del bar (se refiere al bar Lasarte de la Calle Elcano, donde el preso trabajaba).

C.O.: ¿Le vigilabas? 
V.L.: Sí

C.O.: ¿Le odiabas?
V.L.: No, no sentía odio.

C.O.: ¿Sabes que tienes la obligación legal de colaborar en el esclarecimiento de todos los atentados en los que has participado?
V.L.: No, no conozco esa obligación.

C.O.: ¿Alguna vez un funcionario te ha pedido que colabores? 
V.L.: No.

C.O.: ¿Disparaste tú a mi hermano Gregorio? 
V.L.: No.

C.O.: ¿Disparaste tú a Alfonso Morcillo? 
V.L.: (…) No sé quién disparó.

C.O.: ¿Sabes que por tu amnesia han absuelto a Carasatorre? 
V.L.: Me sorprendió mucho la sentencia. Pero dile a Cati (se refiere a la viuda de Morcillo, Catalina Romero) que esté tranquila, que Carasatorre ya está condenado por más asesinatos. Se quedará en la cárcel.

C.O.: Dile tú a Cati que esté tranquila. La víctima quiere que se cumpla condena por su atentado, no por el de otros. 
V.L.: (Silencio)

C.O: ¿Te arrepientes de haber asesinado a mi hermano? 
V.L.: Sí. No sólo me hago responsable de mis asesinatos, sino de todos los de ETA, hasta el de la T-4.

C.O.: ¿Conocías a Rufi Etxeberria? 
V.L.: Sí, pero de vista.

C.O.: ¿Y la ponencia Oldartzen? 
V.L.: En la época de tu hermano ETA militar quería atentar contra políticos. Pero de los 22 de la mesa nacional (Herri Batasuna), a 17 no les parecía bien.

C.O.: ¿Con quién os entrevistasteis para recibir la orden de matar a mi hermano?
V.L.: Las órdenes se recibían por correos que dejaban en zulos y que recogían los legales. La orden se recibió conjuntamente para matar a Gregorio, a Enrique Nieto y a Alfonso Morcillo

Consuelo Ordóñez preguntó en el cara a cara por diferentes asesinatos sin resolver que se produjeron en Gipuzkoa, en la época en la que estuvo activo el comando de Lasarte. A todos ellos respondió con las mismas palabras: “No sé nada”

V.L.: ¿Puedo darte la mano? 
C.O.: No, no. No puedes. Adiós.

Opinión:

Una vez localizada la información en el diario El Correo, una amiga me dice que entiende perfectamente que yo me negara a darle la mano al miembro de ETA Rafael Caride, del mismo modo que ha hecho Consuelo Ordóñez. Pero me pregunta las razones por las que no lo hice y la respuesta es muy sencilla: ¿cómo iba a darle la mano al asesino de 24 personas y, quizás mañana o pasado mañana o la semana que viene, estrechar esa misma mano con la de una viuda o un huérfano causado por Caride? ¿Qué se entiende por dignidad?
Lo ha entendido perfectamente. Luego me pregunta quién fue la víctima que sí estrechó la mano del asesino y le regaló un libro... se perfectamente quién fue, pero no se lo digo.
Y de paso, a ver si el personaje que me acusó de hacer un circo mediático tras el encuentro en junio de 2012 se atreve a hablar ahora o a decir lo mismo de Consuelo Ordóñez.
El tiempo, como siempre, pone a todos en su sitio. Sólo hay que tener la suficiente paciencia.





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