martes, 15 de noviembre de 2016

15 noviembre 2016 La Razón (opinión)

15 noviembre 2016



El segundo embajador no estaba en su despacho al llegar la alerta de atentado
Solá asegura que advirtió «varias veces» a Exteriores de las deficiencias de seguridad


La Agregaduría de Defensa francesa avisó a las nueve de la mañana del 11 de diciembre del pasado año por correo electrónico a la Agregaduría española en Afganistán de un atentado inminente contra alguna sede diplomática en Kabul. Nueve horas antes de que se produjera el ataque talibán a la legación diplomática en el que murieron dos policías españoles y seis afganos, cuatro de ellos agentes. La advertencia la recibió el asistente del agregado de Defensa de la embajada española, que sin embargo no reenvió ese correo al segundo embajador, Oriol Solá, hasta siete horas después, a las cuatro de la tarde. Ese día, viernes, era festivo en Afganistán y Solá –encargado de la legación en ausencia del titular, Emilio Pérez de Ágreda (que estaba de vacaciones en España)– ya no se encontraba en su despacho, donde dos horas antes había revisado su correo, al que aún no había llegado la alerta de un atentado inminente que habría activado, como había sucedido en ocasiones precedentes, el protocolo de seguridad. En esos casos, según declaró un agente, «se mandaba a su casa a todo el personal afgano y nos encerrábamos» (en los mal llamados «búnkers»), redoblándose la vigilancia exterior, hasta que, pasadas 24 o 48 horas «sin dormir», recuperaban la normalidad.
El pasado 14 de julio, Solá declaró como testigo ante la fiscal Dolores Delgado, en el marco de las diligencias de investigación que el pasado día 2 llevaron al juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz a investigar por homicidio imprudente tanto a Solá como a Pérez de Ágreda a raíz de los cuatro informes que los responsables de seguridad de la legación les remitieron entre agosto de 2014 y agosto de 2015 denunciando carencias de seguridad en el recinto.
En su declaración –a la que ha tenido acceso LA RAZÓN–, Solá explicó a la fiscal que el día del atentado acudió por la mañana a su despacho. «Revisé mis correos y no tenía ningún aviso». En los días posteriores, añadió, nadie le dijo «nada» sobre ese correo, «ni la seguridad privada, ni el CNI ni los policías». Pero a raíz de las informaciones publicadas, aseguró, «volví a revisarlo hace poco, hace una semana o diez días, porque después del atentado había muchas urgencias que atender». «Y efectivamente veo que he recibido este correo, pero claro, la hora a la que se me envía es a las cuatro de la tarde y ya no estaba en mi despacho». La fiscal le pregunta entonces si no lo pudo leer en el móvil. «No tengo acceso a esa cuenta desde mi móvil por motivos de seguridad», contesta Solá, que desde el atentado permaneció varios meses de baja, precisando de tratamiento psicológico, hasta que el pasado agosto se incorporó a su nuevo destino en Trinidad y Tobago.

Opinión:


Lo dije en su momento y ahora me reitero en mi opinión. Advierto varias similitudes entre lo ocurrido en Kabul y lo ocurrido hace 29 años en el atentado contra Hipercor. Si los interesados lo desean, que revisen la información.

No hay comentarios:

Publicar un comentario