lunes, 27 de febrero de 2017

26 febrero 2017 (25.02.17) elplural.com (entrevista)

26 febrero 2017 (25.02.17)



Manrique, víctima de ETA: “Estamos cabreados con Eduardo Inda”
“Es un ignorante al que le encanta ser portada o trending topic”, dice del director de ‘OK Diario’ uno de los símbolos del atentado en Hipercor

El 19 de junio de 1987, ETA se llevó por delante la vida de 21 personas en el Hipercor de Barcelona. Roberto Manrique Ripoll estaba allí, en el centro comercial en el que se produjo uno de los atentados más sangrientos de la ya extinta banda terrorista. Tras la explosión, su cuerpo rebotó “como una bola de billar”, sus heridas le llevaron hasta en once ocasiones al quirófano, aunque no le sirvió para librarse de las secuelas. Su esposa, que tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico, y sus dos hijos, también fueron víctimas de aquel terrible atentado.

Tras toda una vida de lucha por los derechos de las víctimas, Manrique sigue alzando la voz contra las injusticias. La última ocasión en que lo hizo fue la semana pasada, cuando estalló contra Eduardo Inda por comprara la situación de Catalunya con la del País Vasco de los años duros. “Es un ignorante al que le encanta ser portada o trending topic”, dice Roberto Manrique sobre el director de ‘OK Diario’ en esta entrevista concedida a ELPLURAL.COM.

Menudo cabreó se cogió hace unos días con Eduardo Inda tras comparar la violencia independentista con ETA.
Sí. Pero no solo yo. Muchas víctimas al enterarse me llamaron muy molestas por la constante de confundir el terrorismo con el independentismo. A muchas víctimas nos molesta que se confunda intencionadamente un tema con el otro, aunque no tengan nada que ver.

¿Tan mal sentaron las declaraciones del director de ‘OK Diario’ a las víctimas del terrorismo?
Sí, porque Inda frivoliza con este tema. Hablé con más de 30 víctimas del terrorismo que me mostraron su mosqueo, su cabreo, su rabia y su decepción hacía Eduardo Inda. Por eso escribí el artículo. ¡Alguien tenía que decirle las como son!

¿Por qué cree que Eduardo Inda realizó esa comparación entre terrorismo e independentismo?
Porque Eduardo Inda es en muchos casos es un ignorante. Él habla de temática que estoy seguro que no conoce, pero hay gente que le encanta ser portada, ‘trending topic’ o que se hable de ellos. Y Eduardo Inda tiene ese problema. Le encanta decir cosas bien o mal con tal de que se hable de él. Lo que ocurre es que hay cosas que ofenden.

¿Aún a riesgo de utilizar temas tan sensibles como las víctimas del terrorismo?
Naturalmente. Las víctimas del terrorismo hemos sido un buen bocado para mucha gente. Mezclarnos a las víctimas como colectivo con cuestiones políticas, patrióticas, nacionalistas, terroristas, independentistas… es la constante que algunos medios y algunos periodistas están utilizando cada día. Y a muchas víctimas nos molesta ese planteamiento a la hora de informar.

¿Cree que se utiliza a las víctimas del terrorismo para sacar rendimiento mediático?
Por desgracia es así. Hay gente que saca un rendimiento mediático, pero también político, partidista e ideológico utilizando al colectivo de víctimas. Desgraciadamente somos tantas las víctimas en este país, que pensamos de todas las maneras posibles. No se puede decir que las víctimas están a favor o en contra de unas cosas generalizando y sin ni siquiera preguntarnos al respecto. 

¿A qué medios se refiere?
Por ejemplo, hace años leí en ‘La Razón’ una portada en la que se decía que una víctima del terrorismo concreta, con nombres y apellidos, estaba a favor de la pena de muerte. Llamé a esa víctima y me dijo: “Nunca me lo han preguntado. No sé de qué va esta historia”. Periódicos que como ‘La Razón’, convocaban en 2005 manifestaciones contra el Gobierno de Rodríguez Zapatero porque ‘estaba soltando etarras’. No hay que buscar mucho para saber qué medios fomentaban esas manifestaciones. Pues bien, hace tres días escasos ha salido de prisión el ideólogo del 11-M con 191 asesinados en Madrid y no he visto que ningún medio haya convocado una manifestación contra la liberación de este asesino.

la Fundación
Eso habría que preguntárselo a su presidenta, María del Mar Blanco, y a la gente que está trabajando en la fundación. ¿Por qué en algunos momentos se pone el grito en el cielo y en otros no? Y ya de paso, me gustaría que me explicasen cómo es posible que en una fundación de víctimas del terrorismo, en la que se aglutina a miles de personas con diferentes ideologías, la presidenta sea diputada de un partido político concreto.

Opinión:

Han sido muchas las reacciones a esta entrevista, la gran mayoría de apoyo absoluto. Es la ventaja que me aporta llevar mas de 29 años diciendo lo que pienso, aunque pueda molestar… si bien es cierto que en mis casi 25 años con algún cargo de representatividad en el colectivo asociativo, tenía que mesurar muy mucho lo que decía porque jamás podía poner por delante mis opiniones a las del colectivo representado. Eso lo aprendí muy bien, desde el primer día, cuando en 1989 ya contacté con la antigua AVT y en 1990 me propusieron ser delegado en Catalunya.
Pero como siempre, aparece algún imbécil que se dedica a llamar a otras víctimas para soltar barbaridades. Por eso quiero aclarar que ni mi esposa ni hijos han sido jamás reconocidos como “víctimas del terrorismo” en el sentido administrativo y jurídico del término. No aparecen en las sentencias del atentado en Hipercor porque no estaba presentes en el interior del establecimiento cuando ocurrió el atentado, pero es indiscutible que las consecuencias afectaron a una joven de 26 años a punto de quedarse viuda y a dos niños (uno de 3 añitos y otro de apenas diez meses) que estuvieron a punto de quedarse huérfanos. Como a tantas otras familias y más todavía a las que sufrieron el asesinato de sus seres queridos.

Pero, al contrario que otros que van explicando historietas por ahí, mi familia jamás ha mentido en ningún informe ni documento público o privado ni en ninguna entrevista. Otros y otras no pueden decir lo mismo. Solo espero que algún día se conozca donde estaba cada cual a las 16:08 del viernes 19 de junio de 1987. Y es que tener el coche aparcado en Hipercor no implicaba estar en el interior del centro comercial a esa hora.

26 febrero 2017 Deia

26 febrero 2017 



“No tenemos ningún odio, pero que los que quisieron asesinarnos lo paguen”

La concejal socialista Esther Cabezudo y su escolta Iñaki Torres rememoran el atentado que sufrieron hace 15 años al estallar una bomba escondida en un carrito de la compra en Portugalete y en el que resultaron gravemente heridos

La concejal socialista Esther Cabezudo y su escolta Iñaki Torres rememoran el atentado que sufrieron

Y cuánto tiempo ha pasado?”, pregunta Iñaki.
-Quince años.
-Quince ya...
Puede sorprender que quien hace esa interpelación sea uno de los protagonistas involuntarios de aquel imborrable 28 de febrero de 2002, en que este escolta profesional y la concejala socialista Esther Cabezudo a la que protegía, volvieron a nacer después de que ETA intentara asesinarlos en Portugalete con una bomba compuesta por 30 kilos de explosivos y que estaba escondida en un carrito de la compra colocado en plena calle.
Ambos caminan ahora por la misma acera de la popular Cuesta de las Maderas en la que estaba instalado el artefacto y que tantas veces habían recorrido para ir al Ayuntamiento y regresar a casa de la edil. Entonces, en un instante sus vidas saltaron literalmente por los aires y ya nada volvió a ser igual. Hoy, tres lustros después, vuelven a recordar. Y a sonreír, por fin.
“Había pleno, porque era el último jueves de mes. Íbamos andando por la mañana y de repente... ¡bumba!”, relata Esther Cabezudo, que era teniente de alcalde de la villa jarrillera. Iñaki Torres, su amigo y protector, iba “tres o cuatro metros detrás de ella”. “Salté por encima de ella por la onda expansiva y caí al otro lado de la calle”, rememora. “Fue tan bestial que cayó al otro lado”, incide Esther.
La explosión fue tal que lanzó a ambos a varios metros de distancia. Un camión de reparto y los coches aparcados amortiguaron el impacto y quizá les salvaron la vida. “Yo no creo en milagros, porque no soy católica, pero bueno...”, ríe. “Si llegamos a bajar por el otro lado de la calle...”. No termina las frases pero deja claro que aquel día Iñaki y ella tuvieron mucha suerte, y que las medidas de seguridad también fueron fundamentales. “El lunes íbamos por un sitio, el martes por otro, el miércoles por otro y el jueves ya no quedaban más narices que por allí”, cuenta el escolta, que recuerda que “el carrito famoso con la bomba estaba colocado allí también dos días antes”. “O sea, que nos estaban esperando”, resume. Por fortuna, aquel día caminaban por la otra acera. Alguien que observaba todos sus movimientos apretó el botón a su paso. El resultado, una veintena de heridos, numerosos destrozos y el edificio de viviendas cercano, desalojado y apuntalado por riesgo de que pudiera venirse abajo.
Ambos recalcan que en aquella etapa “tan dura” -solo nueve días antes ETA había intentado asesinar al joven socialista Eduardo Madina- era necesario tomar medidas. “Cambiábamos mucho de horario, itinerario, etc., aunque era muy difícil porque para ir al Ayuntamiento de Portugalete es sota, caballo y rey”, insiste Cabezudo. “Se vivía muy mal. Yo, como política, vivía con mucha tensión y como el año anterior nos pusieron escoltas, pues todavía peor. Estar acostumbrada a ir a tu aire y luego que venga un individuo, que afortunadamente era Iñaki, te coarta mucho. Gracias a que era Iñaki. Bueno, para él no, porque mira lo que le pasó al pobre por venir conmigo...”, afirma mientras ambos ríen abiertamente.
La complicidad entre ellos se deja sentir en cada palabra y en cada gesto. La traumática experiencia les unió aún más, aunque no siempre fue así. “Al principio nos llevábamos muy mal. Bueno, yo con él. Como no quería llevar escolta, pues me cabreaba con él y el pobre no tenía la culpa. Luego ya lo asumí, y nos llevábamos bien”, revela Esther Cabezudo. Ser víctimas de aquel atentado terminó por hacerles aún más amigos. “Han pasado quince años y seguimos viéndonos, por lo menos cada 28 de febrero. Ese día es sagrado. Quedamos, vamos a comer, incluso con la familia, etc.”, matiza Torres.

Las duras secuelas

Y es que aquel día, la bomba destinada a asesinarlos afianzó aún más su amistad y sus convicciones. Es la única consecuencia positiva del episodio más negro de sus vidas. Las otras secuelas, “las físicas y las mentales”, como dice Esther, fueron y continúan siendo brutales.
“Iñaki se llevó la peor parte”, resume la exedil. “Bueno, los dos nos llevamos bastante, aunque yo algo más”, responde Iñaki. “Perdí parte de la visión, me operaron de una rodilla, me hicieron una timpanoplastia (reconstrucción del oído), que no quedó tampoco demasiado bien, cantidad de cicatrices, puntos...”, describe el escolta.
“A mí no llegaron a operarme, pero me quedé sorda, como él. Estamos como tapias. Y sobre todo me quedó metralla. Me quitaron dos trozos majos de un pie, pero me quedó metralla desde las orejas hasta abajo. Esas se quedan ahí para siempre, si no salen solas. Me calcularon que tendré unos veinte trozos, lo que expulsa la onda expansiva se te mete en el cuerpo”, describe Cabezudo.
Lo peor es que ninguno pudo volver a trabajar. “Nada, cero”, dice Iñaki con tristeza. Esther lo intentó. “Volví, pero tuve una recaída del copón. Volví a lo mismo, al Ayuntamiento, y es imposible. La cabeza no te da... Me tuvieron que dar la baja y luego me mandaron para casa”. Además, ambos padecen el síndrome postraumático. “Lo revives, sobre todo cuando había otro atentado era terrible”, dice Esther: “Se nos ha quedado a los dos un pitido en el oído casi permanente. A veces te despiertas por la noche y el silbido...”. Iñaki lo corrobora: “Si oyes un ruido fuerte te sobresaltas. Eso nos ha quedado para siempre”.
Aunque ya no pudo volver al Ayuntamiento, Esther Cabezudo sigue viviendo en Portugalete. “No puedes volver a ser la misma persona, pero sigo viviendo en el mismo sitio. Es muy duro pero tienes que tirar para adelante por narices. Y más que nada porque ciertos individuos no te pueden ver flaquear. ¡Qué mas quieren que hundirte en la miseria! Si te han querido matar, luego quieren que sigas machacada y hecha polvo. Pues no”, dice con convicción antes de subrayar que nunca tuvo la tentación de marcharse. Y eso que durante años tuvo “mucho miedo”, de forma permanente.
Por el contrario, Iñaki se fue de Euskadi. “Me tuve que ir, lo tenía clarísimo. Aquí no podía seguir, aunque soy de aquí, de Erandio. Hoy en día no te digo que no podría volver, porque la situación ha cambiado. Igual sí volvería, no me lo he planteado, pero en aquel momento y bastante después, para nada hubiera vuelto”, subraya.
La familia y los entornos más cercanos fueron la tabla de salvación de ambos. Tras el cese de la violencia, todo es ahora distinto, aunque los dos albergan alguna duda sobre la sinceridad de la renuncia de ETA.
Tras convivir con el miedo, ahora es distinto. “Te acostumbras y vives igual que lo hacías antes. Llevaba con precaución muchísimos años, no solo desde que tenía escolta, sino mucho antes. Ahora hago una vida normalísima, salgo cuando quiero, entro cuando me da la gana, voy, vengo... sin sobresaltos. Un cambio radical”, dice Cabezudo, resumiendo con la obviedad de lo que supone la mera libertad de movimientos el calvario que ha sufrido hasta ahora.

Objetivo matar

Quienes quisieron asesinarlos están en la cárcel con largas condenas fruto, entre otras penas, de tres juicios distintos y con diferente grado de implicación. La bomba fue confeccionada por Garikoitz Azpiazu Txeroki, Asier Arzalluz e Idoia Mendizabal y fue colocada en el carrito con el objetivo de “causar la muerte” de Cabezudo y su escolta “y de cualquier persona que se encontrase en las inmediaciones y para causar importantísimos daños en los edificios y vehículos de la zona”, según la sentencia, por Jon Kepa Preciado y Jon González. “Cuando salgan, espero que lo primero, nos avisen; y lo segundo, que tengan una orden de alejamiento porque no es de recibo que te los encuentres por la calle”, dice la exteniente de alcalde, que recuerda que los autores son de Portugalete y Santurtzi, es decir, de la zona, y que quienes les hicieron seguimientos seguramente eran vecinos “con los que estás conviviendo”.
“Yo ahora mismo no siento por ellos ni frío ni calor, no tengo sentimiento de odio ni nada, pero me gustaría que paguen por lo que nos han hecho. Que estén el tiempo que les han condenado, eso lo tengo clarísimo. Sin odio, pero lo que han hecho es algo muy grave, intentaron matarnos”, opina Iñaki.
Tampoco Esther alberga odio, solo “indiferencia y resquemor”. “Pero yo no hablaría con ellos -“yo tampoco”, incide Iñaki-. No quiero saber nada, ni de unos ni de otros”.

La exedil guarda también cierto resentimiento hacia quienes pese a sentarse junto a ella en el Ayuntamiento no mostraron ni siquiera cercanía. “Yo era concejala y cuando el atentado bajábamos a un pleno. Había tres de Batasuna. Les he oído decir en entrevistas que lo sintieron mucho, pero ninguno condenó el atentado en el pleno que hubo. Ninguno. Eran adversarios políticos pero eran compañeros de escaño. Y ninguno. Ni personal ni públicamente. No me dijeron nada en absoluto. Quizá yo no lo hubiera permitido en ese momento, pero ni lo intentaron”.

viernes, 24 de febrero de 2017

24 febrero 2017 (15.02.17) letraslibres.com

24 febrero 2017 (15.02.17) 

El Estado de derecho ha derrotado a ETA.
Pero todavía existe una disputa por el pasado.
La tarea de la historia y de las ciencias sociales no es sustituir un mito por otro sino desvelar, con rigor y seriedad, las verdades incómodas.


Gaizka Fernández Soldevilla (letraslibres.com)


Es responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. En 2016 publicó La Voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA (Tecnos)

Ignorada por la ciudadanía vasca, aislada internacionalmente, cercada por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y con su brazo político estrangulado por la Ley de Partidos, el 20 de octubre de 2011 ETA anunció el “cese definitivo de su actividad armada”. Desde entonces, la banda ha sufrido una sucesión de reveses, detenciones e incautaciones de armas que la han herido de muerte. Hoy en día es un actor irrelevante. Únicamente nos queda por saber cuándo llegará “el hecho biológico inevitable”. Y cómo. ¿Su historia terminará con un comunicado oficial, como ocurrió con ETA político-militar en 1982? ¿Se irá disolviendo como un azucarillo sin que nadie se percate, al igual que los grapo? ¿O, como apuntan las últimas operaciones policiales, será definitivamente desarticulada por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado?
A ETA no le queda más que su pasado. Solo así se comprende la insólita reclamación de su dirigente Mikel Albisu Iriarte (Mikel Antza): que Francia “devuelva” el archivo histórico de la banda, incautado en el zulo “Txoriak” en 2004. La historia es una cuestión que también preocupa, y mucho, al nacionalismo vasco radical, como demuestra la incesante labor propagandística de su industria cultural. La autodenominada “izquierda abertzale” está empeñada en fijar y divulgar una memoria distorsionada de lo que supuso la violencia de ETA. Manipulando la historia, ocultando datos e inventando otros nuevos, se pretende dar sentido a todo lo que hicieron los miembros de dicha organización y quienes les aplaudieron, es decir, legitimar aquello que, de otro modo, serían simples crímenes.
Este revisionismo realiza una lectura sesgada de las páginas más oscuras de la historia del País Vasco, como la génesis del terrorismo. Desde su perspectiva, la “lucha armada” de ETA sería el últi­mo, dramático e inevitable episodio del secular “conflicto” entre los “invadidos” vascos y los “invasores” españoles. La agresión y luego ocupación extranjera habría supuesto tal amenaza para la supervivencia de la patria que sucesivas generaciones de vascos no habrían tenido más remedio que levantarse en armas: los vascones (¿o gascones?) que vencieron a la retaguardia del ejército de Carlomagno en Roncesvalles (778), los partidarios del pretendiente al trono navarro Enrique II de Albret que defendieron el castillo de Maya (Amaiur en euskera) en 1521-1522, las tropas del general carlista Tomás de Zumalacárregui, la partida guerrillera del cura Santa Cruz en la segunda carlistada, los gudaris de 1936 o los militantes de ETA, presentada como el último eslabón de la ancestral cadena de resistentes. En definitiva, el “Estado” habría provocado el “conflicto” y, por ende, los distintos episodios en los que la nación vasca habría respondido por medio de la violencia a la agresión, incluyendo los atentados terroristas.
Los historiadores han demostrado que esa contienda no es más que, en expresión de Antonio Elorza, una “guerra imaginaria”. Ahora bien, sus consecuencias son incontestables. Y es que, como subrayaba Walker Connor, “los mitos engendran su propia realidad, ya que, por lo general, lo que más relevancia política tiene no es la realidad, sino lo que la gente cree que es real”. Los del “conflicto” han sido mitos que han animado a matar. Creer que estaban luchando en una milenaria guerra de liberación nacional contra sus opresores extranjeros fue uno de los factores que influyeron en los miembros de ETA cuando estos optaron por la violencia. Pongamos dos ejemplos. En 1964 la organización alegaba que se consideraba “en guerra con España y con Francia; ni más ni menos. Que no se diga a quien es víctima de una agresión de emplear tal arma o tal táctica”. Ese mismo año uno de los fundadores de ETA, Julen Madariaga, escribió: “Nuestra política de defendernos de la violencia del tiránico ocupante por medio de la violencia no la hemos elegido nosotros, los vascos; nos la han impuesto. No hacemos sino aplicar el justísimo derecho a la legítima defensa.” Tal imaginario bélico alimentó el fanatismo de las siguientes generaciones de etarras, que decidieron continuar matando, pese a la generosa oportunidad que supuso la Ley de Amnistía de 1977.
El nacionalismo vasco radical no ha sido el único en transferir al “Estado” la responsabilidad de los crímenes de ETA. Ciertos sectores del ámbito académico, del nacionalismo democrático y de la izquierda han mantenido (y mantienen) que la represión fue especialmente intensa en el País Vasco durante la Guerra Civil y los años inmediatamente posteriores, subrayando tal circunstancia como decisiva en la gestación del terrorismo. Es decir, la “lucha armada” sería una reacción cuasi natural al contexto histórico. La simplicidad de la explicación era (y es) muy atractiva, pero no se sostiene en hechos: las últimas investigaciones indican que durante la contienda y la posguerra el bando franquista asesinó a entre 1.600 y 1.800 personas en el conjunto de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava. No se trata de establecer una gradación en la tragedia, ya que una sola víctima mortal ya es demasiado, pero lo cierto es que la cifra es muy inferior a la registrada en Málaga (7.471), Badajoz (8.914) o Sevilla (12.507), donde luego no surgieron organizaciones terroristas similares a ETA. Por añadidura, la absoluta mayoría de las personas asesinadas en Euskadi lo fueron por ser “rojos”, o sea, socialistas, anarquistas, comunistas o republicanos. Las represalias físicas afectaron menos severamente a los nacionalistas vascos, de carácter católico y conservador. Si el terrorismo fue una respuesta a la represión, lo lógico es que en Euskadi hubiesen prendido bandas de extrema izquierda como los grapo o el FRAP, pero no ETA.
En realidad, durante los años sesenta hubo diversos factores que hicieron atractiva la “lucha armada” a los ojos de los primeros etarras. En el orden externo cabe mencionar el franquismo, que abocaba a los disidentes a la cárcel o a la clandestinidad, su ultranacionalismo español y su centralismo o el sentimiento agónico causado por el retroceso del euskera y la llega­da de miles de inmigrantes al País Vasco. También los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo, que fueron tomados como patrón a imitar. En el plano interno tenemos el odio derivado de una lectura literal de la doctrina de Sabino Arana, el ya mencionado imaginario bélico, el deseo de vengar a los viejosgudaris de 1936, el choque intergeneracional o las ansias por marcar distancias con el pasivo PNV. Ahora bien, por mucho que influyera en los etarras, esos elementos no determinaron su actuación. Ni estaban respondiendo como autómatas a una coyuntura concreta ni cumplían con su destino ineludible, sino que ejercieron su libre albedrío. Para comprobar el peso que tuvo la voluntad en esta encrucijada basta comparar la trayectoria de ETA, la de Los Cabras, su primera escisión militarista, y la de EGI, las juventudes del PNV. Todos estos jóvenes sufrían la dictadura y tenían rasgos similares: seguían el mismo modelo internacional, impulsaban un discurso ultranacionalista casi indistinguible, se declararon a favor de la utilización de la violencia y se consideraban “nuevosgudaris” llamados a continuar la guerra de sus vencidos antecesores. Sin embargo, actuaron de manera muy diferente.
En 1962 EGI justificaba la “violencia armada”, basándose, entre otros argumentos, en el ejemplo de “la generación del 36”. En 1963 sentenciaba que “nadie puede negar la legitimidad de nuestro recurso a la fuerza. Es el único lenguaje que entienden los tiranos”. Por consiguiente, “la generación del 63 está dispuesta a seguir el ejemplo de la generación del 36”. Ese mismo año se advertía de que “el brazo de la juventud vasca se armará y saldrá a luchar como en la generación del 36”. El activismo de EGI se limitó a los sabotajes, la destrucción de monumentos a los caídos “por Dios y por España”, las pintadas, la colocación de ikurriñas, la propaganda, la celebración de conmemoraciones como el Aberri Eguna o el Gudari Eguna, etc. Los veteranos dirigentes del PNV impidieron que fueran más allá. Los jóvenes nacionalistas que no aceptaron aquel freno dejaron EGI y acabaron uniéndose a ETA.
La historia se repitió pocos años después. En 1968 las juventudes del PNV pusieron una bomba en la Vuelta Ciclista a España, que se tuvo que suspender. En 1969 dos de sus integrantes, Joaquín Artajo y Alberto Asurmendi, murieron cuando manipulaban un artefacto explosivo cerca de la capital de Navarra. La negativa del PNV a continuar por ese camino provocó una nueva escisión, EGI-Batasuna, que se integró en ETA en 1972.
Pongamos otro ejemplo. En mayo de 1966 un comando de Los Cabras “tomó” durante unas horas el pueblo de Garay (Vizcaya). A pesar de su retórica revolucionaria, de los duros entrenamientos militares a los que se sometían y de su armamento, estos aprendices de guerrilleros prefirieron escapar antes de que llegara la Guardia Civil. En 1970 su líder, Xabier Zumalde, inventó lo que luego se denominaría “impuesto revolucionario”. El problema es que nadie se lo pagaba. Según Zumalde, “pronto comprendimos que si no secuestrábamos o ejecutábamos a algún empresario no habría nada que hacer”. Así que abandonaron. Por segunda vez Los Cabras eligieron no matar.
El caso de ETA fue muy diferente. El 2 de junio de 1968 se celebró una relevante sesión del órgano dirigente de la banda. En aquella reunión se tomó la decisión de preparar el asesinato de José María Junquera y Melitón Manzanas, los jefes de la Brigada Político-Social de Bilbao y San Sebastián respectivamente. El encargado de planificar y comandar esta última operación, bautizada Sagarra (Manza­na), era Txabi Etxebarrieta, quien en el manifiesto de ETA para el Aberri Eguna había asegurado que “para nadie es un secreto que difícil­mente saldremos de 1968 sin algún muerto”.
Cinco días después de aquella reunión el automóvil robado en el que viajaban Txabi y su compañero Iñaki Sarasketa tomó la carretera Madrid-Irún, que se encontraba en obras, razón por la que los guardias civiles José Antonio Pardines y Félix de Diego Martínez estaban regulando el tráfico, cada uno en un extremo del tramo afectado. El control de Pardines se situaba a la altura de Villabona (Guipúzcoa). Allí, como parte de la rutina, detuvo sucesivamente a una serie de vehículos. El último de ellos era el de Etxebarrieta. Cuando el agente comprobó que los números de la documentación y del bastidor del coche no coincidían, Txabi decidió disparar a Pardines por la espalda. El guardia se desplomó y, una vez en el suelo, Etxebarrieta lo remató. El asesinato de Pardines inauguraba la estrategia de acción-reacción-acción que ETA había teorizado en su IV Asamblea (1965). Unas horas después la espiral que había puesto en marcha se llevó por delante la vida del propio Txabi en un confuso tiroteo con la Guardia Civil en Benta Haundi (Tolosa, Guipúzcoa). Una nueva reunión del órgano dirigente de ETA reactivó la operación y el 2 de agosto un comando asesinó a Melitón Manzanas. El régimen franquista reaccionó tal y como se esperaba: con una represión torpe y brutal, que los etarras utilizaron como justificación para cometer nuevos atentados terroristas.
ETA había lanzado una bola de nieve por la pendiente, que siguió rodando hasta que el Estado de Derecho fue capaz de detenerla. Según un informe de Raúl López Romo, el balance de aquella avalancha arroja un saldo de, como mínimo, 845 víctimas mortales, 2.533 heridos, 86 secuestrados, 15.649 amenazados (hasta 2001) y un número desconocido de exiliados forzosos y damnificados económicamente. A los daños humanos se suman los efectos perniciosos que la violencia terrorista ha causado en la sociedad vasca: el miedo, la polarización política, el sectarismo, la persecución sufrida por los partidos no nacionalistas o el control de no pocos movimientos sociales y culturales por parte del nacionalismo radical, que durante mucho tiempo monopolizó la calle. En definitiva, la degradación de la democracia. Esa es la responsabilidad histórica de ETA y su entorno civil. ¿Podemos dejar que todo esto sea encubierto o rescrito?
El uso partidista del pasado no es monopolio de ninguna ideología concreta, pero aquí se está utilizando la historia como apología del terrorismo y escarnio de sus víctimas. Dejar el campo libre a la literatura panfletaria puede suponer un desastre a largo plazo, ya que implica legitimar los cimientos intelectuales del terrorismo. Con tan fuertes raíces, nada impediría que en el futuro una nueva generación de jóvenes vascos se vuelva a sentir tentada por la opción de la violencia. Es un riesgo que la democracia ha de evitar. Y los historiadores y otros científicos sociales podemos hacer algo al respecto: investigar con seriedad, rigor y método para divulgar los resultados entre la ciudadanía. No se trata de sustituir unos mitos por otros, ni de instrumentalizar los hechos, sino de hacer un eventualmente doloroso pero cauterizador examen crítico de nuestro pasado reciente: contar las verdades incómodas, todas ellas, para evitar que queden sepultadas por la desmemoria o por una lectura de la historia interesada y parcial. Ese, en mi opinión, es nuestro deber cívico.

Opinión:

Excelente estudio sobre el inicio de la banda terrorista ETA, el dolor causado y su final en 2011. Al ser un muy buen trabajo hay que disfrutar de su lectura y cuando se disfruta de algo también existe la posibilidad de encontrar algo que mejorar.
Por eso, la frase del inicio “Ignorada por la ciudadanía vasca” creo que merece un matiz… ignorada “por la ciudadanía”. Y punto. Ya es cansino tener que leer en los últimos tiempos información que, cuando habla de ETA, la circunscribe al territorio vasco como si tuvieran la exclusiva del dolor vivido. Si se habla de “memoria”, hay que hacerlo con toda la exactitud posible.

Y, evidentemente, no es así. ¿Cual ha sido la CCAA que ha tenido más víctimas civiles? ¿Alguien lo adivina?

22 febrero 2017 (3) Comunicado "Asociación 11M Afectados por Terrorismo"

22 febrero 2017



COMUNICADO 11-M:

El informe secreto hallado por Interior es otro importante varapalo a la “conspiranoia política y mediática”

Con motivo de presentar a la nueva Junta Directiva de nuestra Asociación, el 9 de febrero mantuvimos una reunión con el Ministro del Interior Juan Ignacio Zoido. Para esa fecha ya estaba en danza el informe secreto del 11-M filtrado al periódico El Mundo. En dicha reunión, el Ministro del Interior se comprometió a buscar dicho informe. El día 20 de febrero el Ministro nos convocó, junto con otras asociaciones, a una reunión en la que nos comunicó que se encontró el informe y que lo envió a la Fiscalía, por lo que agradecemos al Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, el cumplimiento de su compromiso.

Pese a que el periódico El Mundo sigue con la estrategia de poner grandes titulares (en esta ocasión el gran titular fue: La Policía admite fallos en la custodia del 11-M) que sirven para alimentar a los teóricos de la conspiración política y mediática, la lectura detenida del contenido del artículo minimiza el gran titular al tiempo que reafirma lo fundamental de lo ocurrido. Pero estamos acostumbrados, así llevamos ya casi trece años, con el consiguiente agravamiento de las secuelas psicológicas en víctimas.

Del propio informe elaborado por la Brigada de Análisis y Revisión de Casos (BARC), así como de las publicaciones en diferentes medios de extractos del informe, señalamos las conclusiones más relevantes:

1. La mochila de Vallecas que no explotó llevaba una bomba con un teléfono móvil en su interior. Su desactivación permitió a los investigadores obtener datos y pistas que llevaron al locutorio de Lavapiés y a la detención de Jamal Zougam, así como a la casa de Chinchón donde en anteriores días fueron fabricados los artefactos explosivos.

2. Desde la introducción en bolsones de los efectos hasta su apertura en la comisaría de Puente de Vallecas, los objetos se encontraron en todo momento bajo custodia y los testigos policiales descartan la posibilidad de que se manipularan durante el traslado. La BARC concluye que entre el artefacto localizado en esa comisaría y los que fueron desactivados en otros lugares relacionados con los atentados, existen elementos comunes que indican que fue depositada en el tren por los terroristas.

3. La Audiencia Nacional avaló la mochila de Vallecas como la pieza clave para resolver los atentados del 11-M en los que fueron asesinadas 191 personas y heridas alrededor de 2.000. El tribunal presidido por el juez Javier Gómez Bermúdez defendió la autenticidad de la bolsa que contenía un artilugio explosivo; bolsa que fue desactivada un día después del 11 de marzo en el parque Azorín del madrileño barrio de Vallecas.

4. El tribunal reflejó también en la sentencia que la cadena de custodia de este efecto no se rompió. Sentenció que no hay indicio alguno de un deficiente control de los efectos que, en todo momento, estuvieron bajo custodia de funcionarios policiales determinados, resaltando que existe un enlace múltiple, unívoco, preciso y directo entre el explosivo desactivado en el parque Azorín y los distintos escenarios de los atentados. La sentencia también realiza un informe detallado tanto del teléfono como de la tarjeta del aparato intervenidos en esa bolsa y que fueron la clave policial para llegar a Jamal Zougam, concluyendo que del análisis de la prueba practicada sobre la tarjeta del teléfono que tenía la bomba desactivada en Vallecas se pudo llegar hasta el locutorio de Jamal Zougam, en la calle Tribulete del barrio de Lavapiés, en Madrid. Concluyendo también que el análisis del teléfono conduce a afirmar que las personas que los adquirieron entre el 3 y el 8 de marzo en Bazar Top formaban parte del grupo terrorista y estuvieron en la casa de Chinchón.

5. La propia Fiscalía de la Audiencia Nacional, teniendo en cuenta los Antecedentes de Hecho y los Fundamentos Jurídicos, ha decretado que:
Una vez examinado su contenido, se constata que el informe en cuestión no contiene ningún dato, indicio o elemento incriminatorio nuevo y/o distinto, de los ya incorporados en su día al procedimiento judicial, que justifique una reapertura de la misma a los efectos de iniciar nuevas líneas de investigación o esclarecer nuevas responsabilidades en la planificación y ejecución de los atentados, acordando el archivo sin más trámites de las diligencias de investigación.

Eulogio Paz

Presidente Asociación 11-M Afectados del Terrorismo

22 febrero 2017 (2) eldiario.es (opinión)

22 febrero 2017 



 “Los derechos son iguales para todas las víctimas, de ETA o del GAL”
Sara Buesa afirma que defender la igualdad de derechos de "todas las víctimas" no implica legitimar a ETA y propone romper los "falsos dilemas" que plantea el sectarismo

Sara Buesa, hija del dirigente socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA en el año 2000 y vicepresidenta de la Fundación Fernando Buesa, ha reivindicado la igualdad de derechos de "todas las víctimas". “Los derechos son iguales para todas las víctimas, de ETA o del GAL”. Además, recalcó que la reclamación del acercamiento de los presos de ETA a cárceles próximas a Euskadi no implica una "renuncia" a defender la necesaria "deslegitimación" de la organización terrorista.
La hija de Fernando Buesa ha participado en el acto que la Fundación Fernando Buesa Blanco celebra cada año en memoria de su padre y de Jorge Díez, el escolta que acompañaba al político socialista cuando ETA les asesinó. Durante su discurso, Sara Buesa ha recordado el dolor causado por el asesinato de su padre y el esfuerzo que le supuso sobreponerse al sufrimiento para empezar a implicarse en la ayuda a otras personas que habían padecido situaciones similares.
Y en una vertiente más política, ha subrayado que el sectarismo que durante años ha clasificado a unos como vascos y otros como españoles según fueran "nacionalistas o no nacionalistas" empieza a "resquebrajarse". Por eso, apeló a "romper los falsos dilemas" en los que a veces colocan a los ciudadanos los discursos sectarios. Y como ejemplo, ha citado su propio caso. "Soy víctima de ETA y me posiciono rotundamente contra el GAL y contra cualquier vulneración de derechos humanos", ha manifestado.
"La igualdad de derechos de todas las víctimas no implica renunciar a la defensa de la necesaria deslegitimación del terrorismo de ETA", subrayó. Del mismo modo, "una víctima del GAL puede manifestar su rechazo a la violencia de ETA al tiempo que reclama su derecho a acceder a la justicia y a un mayor reconocimiento institucional".
También ha defendido que un familiar de un preso de ETA debe tener la posibilidad de hacer un "juicio crítico" sobre las acciones de dicho reclusos y mostrarse "sensible" con el daño que ha causado, mientras al mismo tiempo "continúa reclamando el acercamiento" de su familiar a una cárcel próxima a Euskadi.

Opinión:

Comparto absolutamente la opinión de Sara Buesa aunque me consta que en el colectivo de víctimas del terrorismo existen algunas que no piensan como nosotros.
Y aunque parezca increíble, acostumbran a ser las que menos sufrimiento pueden presentar… son aquellas que jamás han pisado un cementerio ni un hospital, aquellas que se inventan heridas que jamás han sufrido.
Seguramente el tiempo pondrá a cada una en su sitio. Y si no llega ese día, por lo menos la inmensa mayoría habremos podido conciliar el sueño con total tranquilidad de espíritu.


22 febrero 2017 ABC (opinión)

22 febrero 2017 



Bildu, en el homenaje a Buesa en Vitoria

"A mí me gustaría que hicieseis otros gestos, además de éste, otros. Que dieseis otros pasos. No lo podemos hacer nosotros por vosotros". Natividad Rodríguez, la viuda del parlamentario del PSE asesinado por ETA hace 17 años, Fernando Buesa, ha reclamado a los diputados de Bildu más gestos por que no es suficiente con que asistan a los homenajes. "No es conmigo con quién lo tenéis que hacer es con la sociedad vasca, con los ciudadanos vascos. Esto a mí no me es suficiente", les ha dicho.

Opinión:

Absolutamente de acuerdo en lo que comenta la noticia aunque me gustaría añadir un pequeño detalle: que no es solo con la sociedad vasca con quien tienen que hacer esos gestos, sino con la sociedad de cada CCAA donde la banda terrorista ETA perpetró sus atentados o con cualquier CCAA que tuviera entre sus ciudadanos a una sola víctima. Porque la banda terrorista ETA no atentó solamente en el País Vasco.

Por lo demás, todo correctísimo.

miércoles, 22 de febrero de 2017

21 febrero 2017 (18.02.17) elplural.com (opinión)

21 febrero 2017 (18.02.17)



Una víctima del terrorismo estalla contra Eduardo Inda
El periodista comparó la situación de Catalunya con la "del País Vasco de los años duros"

Eduardo Inda, una vez más, vuelve a ser el centro de las críticas. El controvertido periodista, colaborador habitual de La Sexta, se ha metido en un berenjenal del que le va a costar salir. El pasado jueves, en el programa de Federico Jiménez Losantos de Es Radio, Inda comparó la violencia independentista con ETA.

"El nivel de violencia de Catalunya no se ha vivido ni en el País Vasco de los años duros, porque allí podían matar a algún juez o a algún fiscal, pero tampoco mataron a muchos". Esta fue la frase literal de Eduardo Inda. No le han faltado réplicas y una de ellas ha sido la que ha hecho el excoordinador del Servei de Informació i Orientació a Víctimes del Terrorisme (SIOVT), Roberto Manrique, en El Periódico.

Ha cargado duramente contra el periodista, aportando algunos datos en su columna de este medio. "Para hablar hay que conocer y para ello hay que tener datos y para el señor Inda tengo algunos", señala quien también fue víctima del terrorismo. Manrique le pide además que contraste la información, "como debe hacer todo buen periodista".

Estadísticas para Inda


"En el País Vasco, las cifras de asesinados por ETA ascienden a 580 y por parte del otro lado ideológico las del BVE son 15, las del GAE 6, las del GAL 10, las de AAA son 7 y 4 más por parte de los denominados grupos incontrolados", le recuerda al director de okdiario.com. 
También mira la otra cara de la moneda, el otro "arco ideológico" como lo define en su artículo, amén de las estadísticas que ofrece de lo que Inda "considera" terrorismo catalán.

Dimisión del Ministro de Interior

En la misma columna, Manrique recuerda las declaraciones del Ministro del Interior en 2015. Entonces la polémica la suscitó la guerra de banderas del Ayuntamiento de Barcelona. que el político comparó con la que se vivió años atrás en el País Vasco cuando ETA estaba en su máximo esplendor. 

Opinión:


Agradecer a los amigos de elplural.com que hayan hecho pública la información para sus lectores. Ya son 6.364 las visitas a la noticia publicada en este humilde blog y tantas visitas son también, si duda, fruto de la promoción que otros medios han ofrecido.

martes, 21 de febrero de 2017

20 febrero 2017 (2) La Razón (opinión)

20 febrero 2017



Que Dios me perdone

Supongo que ya me habrán escuchado decir que lo de tertuliano de radio o televisión es mucho mejor que trabajar y en esas actividades andaba yo este fin de semana, cuando decidieron abrir los micrófonos a los oyentes para que opinaran sobre la sentencia del ‘Caso Noos', la absolución de la Infanta y la condena de Urdangarín.

Entró casi de inmediato una paisana en antena soltó con voz atribulada que la pena de seis años y tres meses de cárcel impuesta al yerno del Rey le parecía una broma por su levedad. Como pude, porque tiene costumbre los directores de programa de considerar sagrada la palabra del oyente, pregunté cuántos años le parecían justos.

Sin cortarse un pelo y sin haberse los 741 folios veredicto lo que es disculpable porque tampoco lo habían hecho el juez instructor José Castro y el fiscal Pedro Horrach cuando se pusieron a largar, la señora afirmó rotunda: "Por lo menos 12".

No voy a reiterar ahora que eso es lo máximo que le cae en España a un violador contumaz y lo que le suelen endiñar a un asesino confeso, porque una docena de años es lo que ha estado en prisión un facineroso llamado Youssef Belhadj, uno de los ‘cerebros' de los atentados islamistas del 11-M.

El tal Belhadj, a quien cualquiera de ustedes puede cruzarse por la calle porque se mueve libre como un pajarito, fue quien puso voz al vídeo que los terroristas dejaron en una papelera contigua a la mezquita de la M-30, dos días después de la masacre que dejó 193 inocentes muertos y 1.858 heridos y en la noche previa a las elecciones de 2004, que ganó Zapatero.

Belhajd fue quien alquiló el piso de Leganés donde se refugiaron los yihadistas y hasta su captura operaba como portavoz militar de Al Qaeda en Europa.

Quizá me he vuelto sensible con la edad, pero me acongoja el escaso interés que los periódicos, las cadenas de televisión, nuestros diputados y el rosario de ‘opinadores' de plantilla, los mismos que exigen calabozo eterno para Urdangarín y sus compinches, han mostrado hacia la puesta en libertad de este criminal y que nadie parezca reparar en que, dentro de nada, también saldrá de la trena Hassan El Haski, el otro cerebro de la carnicería de los trenes de Atocha.

Opinión:

Leo que Alfonso Rojo se queja de la intervención de una oyente en alguno de los programas en los que participa como tertuliano y afea la opinión de la señora con el argumento de que ella no se había leído la sentencia sobre el caso Noos.

En ese momento recordé que el fue quien me falto al respeto en un programa de televisión con un comentario despectivo cuando hablábamos del encuentro "reparador" que mantuve con uno de los autores del atentado de Hipercor, encuentro solicitado por el terrorista y aprobado por el Ministerio de Interior, encuentro estúpidamente publicitado por el ministro días antes. Explico esto porque el señor Rojo afea a una oyente la actitud que el mismo mostró contra mi aunque también debo recordar que una vez le explique toda la información que el desconocía, tuvo el detalle de pedirme disculpas. Aceptadas

Pero ahora, por muy doloroso que sea, habría que recordar que las condenas que  cumplen los terroristas o los violadores dependen de la legislación que proponen y promulgan los políticos en el Congreso de los Diputados. Eso lo sabemos quienes llevamos casi 30 años en la lucha jurídica contra los delincuentes.

Por lo tanto, señor Rojo, métale caña a esos políticos y deje tranquilos a los oyentes cuyo único desahogo es llamar a una radio... la explicación que acabo de escribir ¿se la dio a la oyente?

En cuanto al último párrafo de su artículo, dos aclaraciones. La primera, aunque no soy ningún opinador de plantilla ni mucho menos diputado, si hubiera leído este humilde blog sabría que el día 18 ya publiqué la noticia junto a mi opinión tras leer la información en el diario El Faro de Vigo. Quizás el señor Rojo no tiene ningún sistema para conocer las noticias que le puedan interesar, pero cuando trabaja en una agencia de comunicación debe tener ciertos campos cubiertos.

Para terminar, le rogaría al señor Rojo que cuando quiera describir los nefastos efectos de una matanza, utilice las ricas palabras que el idioma castellano le ofrece: masacre, aniquilación, mortandad. Llevo años denunciando el infame uso de la palabra “carnicería” cuando se desea definir el horror de alguna atrocidad. Y, señor Rojo, le voy a contar un pequeño secreto: por las secuelas del atentado en Hipercor tuve que dejar mi noble, digno y limpio trabajo como carnicero en Hipercor, Desde entonces dedico una pequeña parte de mi tiempo a presentar mi queja cuando gente como usted utiliza la palabra “carnicería” o “carnicero-a” con la intención con que Usted (y otros-as como usted) lo hacen a menudo. Gracias a esa actitud de reclamación y vigilancia constante, los compañeros del gremio de Carniceros de Barcelona me nombraron “Carnicero Honorífico”. No me consta que tenga usted un reconocimiento similar por parte de sus compañeros. 

20 febrero 2017 Invitación actos "Asociación 11M Afectados por Terrorismo"

20 febrero 2017



Para to@s aquell@s que podáis acudir, aporto los datos de la invitación recibida desde la Asociación “11M Afectados por terrorismo”.

Madrid, 20 de febrero de 2017

Queremos comunicaros los actos “In Memoriam” que la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo llevará a cabo el 11 de Marzo de 2017.

10:00 h. Memorial en Atocha junto con CCOO, UGT, y la Unión de Actores y Actrices.

12:00 h. Acto en Alcalá de Henares en el Monumento a las Víctimas del 11 de Marzo, situado frente a la estación de Cercanías. 13:30 h. Ofrenda floral en la calle Téllez

18:00 h. Homenaje en Santa Eugenia en colaboración con la Asociación de Vecinos La Colmena, junto a la estatua “Ilusión Truncada” situado frente a la estación de cercanías de Renfe.

19:00 h. Memorial organizado junto con la Asociación de Vecinos Pozo del Tío Raimundo en el Monumento situado en la estación de cercanías de El Pozo.


Atentamente,
Eulogio Paz Fernández

Presidente de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo

19 febrero 2017 (3) Gara (opinión)

19 febrero 2017



Designado por ETA como interlocutor para la resolución del conflicto, David Pla ratifica que aquellos que se han comprometido en el desarme «tienen la palabra» de esta organización para poder efectuarlo en el plazo de tiempo más breve posible. En una entrevista concedida a GARA desde prisión, destaca el papel de la sociedad civil, y emplaza a los agentes vascos, con mención específica para las instituciones, y también a los internacionales para ayudar en esa tarea. Además, David Pla anuncia para primavera el inicio de un proceso de reflexión por parte del conjunto de la militancia de ETA.

«LO ÚNICO SEGURO ES LA FIRME DECISIÓN DE ETA DE DESARMARSE LO ANTES POSIBLE, TIENEN SU PALABRA»

Lo ocurrido en Luhuso ha destapado una nueva situación, según parece: el inicio del desarme. ¿Cómo se debe interpretar?
Antes de nada hay que decir que ha sido la forma excepcional de responder a una situación excepcional. Hace cinco años nadie podía imaginar que llegaríamos al desarme en semejantes condiciones. Pero los estados han actuado en contra de la solución del conflicto en todos los ámbitos, también en el desarme, que se supone debiera ser de su interés.
Han querido convertir la cuestión de las armas en problema para ETA. Descartada la opción de la negociación, nos querían incapacitar para cambiar totalmente de fase política y, mientras tanto, mediante operaciones policiales y el discurso de siempre, han querido recrear artificialmente el ciclo de la lucha armada, para frenar la potencialidad que para propiciar cambios políticos y sociales tiene, en la lucha de liberación, el camino emprendido con el cambio de ciclo.
¿Cómo valora la aportación de la sociedad civil?
Ha sido determinante, pues ha encontrado el modo de hacer frente al bloqueo. Prácticamente nadie se ha atrevido a cuestionar su generosa aportación, y eso no es muy común, ya que, en los últimos años, cuando ha llegado la hora de dar pasos, algunos se han escondido tras las frases «no es suficiente» o «esperamos otra cosa».
Más allá del desarme, se podría deducir que la sociedad civil se hace cargo de la agenda de soluciones, lo que posibilita construir un nuevo esquema para la resolución. Un esquema de hondo calado, al estar soportado en el protagonismo y el ímpetu de la sociedad.
La actuación del Gobierno español no deja margen para la sorpresa. Se ha difundido que París podría tener otro talante, pero al final los hechos ahí están. Después de Luhuso, ¿pueden esperarse cambios?
Hace años que se especula sobre una hipotética voluntad de Francia pero, tal y como usted dice, los resultados están ahí, en política penitenciaria, en represión... Lo ocurrido en Luhuso, además, trae consigo un salto, puesto que han golpeado una iniciativa que podría ser del interés de Francia.
Lo que está claro es que no podemos permanecer a la espera. Que París cambie su política, y es fundamental que la cambie, será consecuencia de lo que hagamos las fuerzas que estamos por la resolución del conflicto. Hay que profundizar en ello.
La reacción del Gobierno Urkullu ha sido contradictoria. Un detalle llama la atención, cuando dice que ETA no quiso estudiar debidamente su propuesta. ¿Cómo cabe interpretar la desconfianza entre ese Gobierno y ETA?
No es fácil entender lo que está pasando, y resulta incluso frustrante. Nosotros hemos intentado una y otra vez crear ámbitos de colaboración y hemos compartido con ellos nuestras iniciativas. Porque sinceramente creemos que avanzar en la resolución del conflicto y construir la paz es un desafío de Euskal Herria y que deberíamos actuar como pueblo, las instituciones, los diversos agentes y la ciudadanía, todos en la misma dirección. Pero Urkullu no está, no ha estado, en esa.
Luego está lo que corresponde a la citada propuesta. No es cierto que ETA no la haya estudiado; la valoró y le dio respuesta pública. Y lo hizo pese a que su lenguaje y sus malos modos no daban demasiadas ganas. El problema es que la propuesta nació muerta. Porque no era una propuesta para llegar a acuerdos y salir del bloqueo, sino un instrumento inventado por el PNV para sacar ventaja política de la situación de bloqueo impuesta por los estados, con el objetivo de desgastar la posición de ETA y la izquierda abertzale. Porque el Gobierno Vasco creía que en el ámbito del desarme no se producirían pasos relevantes, por las dificultades derivadas de la actitud de los estados. Y su plan lo que buscaba era representar que la culpa era de ETA. Así pensaban que podrían presentar a ETA como causante del bloqueo, mientras ellos aparecerían como agentes activos. Eso sí, sin hacer ni decir ni pío ante los ataques de los estados.
¿Pero qué ha pasado? Que la iniciativa de Luhuso ha desbaratado sus intenciones, porque ha demostrado claramente que ETA tiene voluntad de desarmarse y que los problemas que citaba ETA para ello son reales. Y porque, por otra parte, ha demostrado que quien tiene voluntad sincera para ayudar tiene cómo hacerlo. Por eso ha sido extemporánea la reacción del Gobierno Vasco. En lugar de poner la atención en el momento histórico y en el ataque de los estados, lo ha hecho en su propuesta, presentando, además, la actitud de ETA como un desprecio. Increíble, cierto, pero ese ha sido hasta la fecha el comportamiento de Urkullu.
¿El Gobierno Urkullu se ha dirigido a ETA o a los interlocutores que se encuentran en prisión?
No. En ocasiones, desde 2012, hemos tenido noticias de sus opiniones y algún mensaje sí ha llegado. Pero siempre de forma indirecta, mediante terceros y similares. Además, hemos llegado a la conclusión de que, en esos casos, buscaba más incidir en esos terceros agentes que abrir un diálogo constructivo con ETA. Por lo demás, ha preferido obstinarse en interpelar mediante los medios de comunicación, más interesado en ganar posición que en avanzar en la resolución de las consecuencias del conflicto. En cambio, las cartas cruzadas entre la sociedad civil y ETA han demostrado, sin tanta ostentación, que se pueden dar pasos si existen ganas y voluntad para ello.
Por eso, quiero invitarles desde aquí a que vengan. Aunque la relación hasta ahora haya sido conflictiva, intentemos poner un nuevo punto de partida. Sería bueno para Euskal Herria y ETA está dispuesta a intentarlo. Y si no quieren entablar relación directa con ETA, si no quieren estar con esta interlocución, que lo hagan con el resto de agentes que ya están actuando en favor de la paz para construir el liderazgo compartido que necesita ese objetivo.
¿Tan difícil es un trabajo en común de todos los agentes?
No debiera serlo, y en Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa están demostrando que es posible. Y así ha sido porque ha habido por parte de todos voluntad política por anteponer el interés común de la resolución y la paz. Yo no sé si eso será suficiente para mover las posiciones del Estado, pero nos hemos fortalecido como comunidad y pueblo, y somos más sanos en nuestros valores políticos y humanos. Y eso dejará huella para construir el futuro juntos.
¿Por qué eso mismo no ha sido posible en el resto de territorios?
Algunos utilizan el pasado como coartada. Dicen que el diálogo y los acuerdos son más difíciles debido a que las características de la confrontación han sido más duras. Pero también se podría argumentar lo contrario, si es que se pueden establecer en la vivencia de un pueblo esas fronteras físicas. Si la confrontación ha sido más dura, para todos, tendríamos que tener mayor valor para superar sus consecuencias.
Yo, en cambio, creo que la clave para entender lo que está sucediendo está relacionada con el futuro. La mayoría de fuerzas políticas han abordado la nueva era con el esquema viejo del Pacto de Ajuria Enea, desde su variante más sombría, además. Desde aquella división de la sociedad impuesta por el relato de «demócratas y violentos», desde aquella política de exclusión. Y lo han hecho así porque quieren levantar un muro frente al independentismo de izquierda, para que su proyecto no pueda avanzar. Porque han llegado a la conclusión de que, con el cambio de estrategia, las oportunidades para ese proyecto político se han multiplicado.
Y el nuevo muro es el bloqueo en la resolución. O, dicho de otro modo, el esquema de «vencedores y vencidos». Algunas veces, rechazan directamente el diálogo y el acuerdo y, otra veces, los hacen inviables, mediante condiciones que la izquierda abertzale no puede asumir. De este modo pretenden ahogar la apuesta política de la izquierda abertzale, dejándola anclada en el pasado y sin poder hacer frente a los nuevos retos.
Así las cosas, la colaboración entre todos resulta complicada. La cuestión está en que la sociedad vasca no comulga tan fácil con semejantes cosas y ello puede condicionar la posición de los partidos.
¿Qué desarrollo puede tener la cuestión del desarme?
El punto de partida ya está situado. La sociedad civil y ETA han acordado que queda en manos de los primeros la responsabilidad del desarme, en cierta forma en la orientación que, tras certificar el bloqueo de los estados, estaba dibujando el Foro Social. Para realizar esa tarea, sin embargo, la sociedad civil necesitará apoyo, tanto de los agentes internacionales como de los agentes vascos, y en concreto de las instituciones y los representantes institucionales. Si los estados variasen de posición, ese proceso sería más sencillo y seguro. Por desgracia, no podemos esperar que eso ocurra.
Lo único seguro es la decisión firme de ETA de desarmarse en el plazo de tiempo más breve posible. Aquellos que ya se han comprometido para lograr ese objetivo tienen su palabra.
Ya ha respondido en lo que atañe al Gobierno de Gasteiz, ¿pero algún otro agente ha acudido a prisión para tratar sobre la solución a las consecuencias de conflicto?
Estamos en contacto con el Foro Social y estamos intentando poder mantener un encuentro cara a cara. Solicitaron permiso para una visita y precisaron con claridad quiénes eran y para qué querían esa visita. Pero, al parecer, el Estado francés no ve con buenos ojos ese encuentro, pues el juez nos ha comunicado recientemente que, de momento, no la concederá. En todo caso, seguiremos trabajando conjuntamente, aunque para ello haya que utilizar otras vías.
Aun así, ETA es consciente de que las relaciones directas con los interlocutores que se encuentran en prisión tienen su complicación. Por eso, su dinámica de relación no se limita a ese ámbito, como se ha podido ver en las comunicaciones publicadas en relación a la iniciativa de Luhuso.
Lo ocurrido en Luhuso ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión de la solución de las consecuencias del conflicto. Entre ellas se encuentra la de los presos. En la entrevista de finales de 2015 nos respondió que llevaba muy poco tiempo en prisión. Durante este año, ¿qué es lo que ha visto?
En general, que los estados mantienen el discurso y la línea de hace quince años. Mis vivencias no tienen nada de especial, pero se me ha hecho curioso, por ejemplo, que los argumentos que utilizan para prolongar la prisión provisional o para explicar por qué se nos deben imponer medidas excepcionales de control parecen escritos hace dos décadas. Los estados continúan con su lógica de guerra, como si nada hubiese cambiado.
Eso sí, han adecuado la estrategia a la nueva situación. En su día, el objetivo primordial era lograr el arrepentimiento de los presos políticos vascos. Impulsaban todo aquello que propiciara la ruptura del Colectivo, intentando representar desvinculación respecto a la lucha, para perjudicar al movimiento de liberación. Con ese objetivo endurecieron las condiciones carcelarias y pusieron en marcha la dispersión, para que individualmente el chantaje fuese más eficaz. Después, además, le agregaron la política de «pérdida de esperanza» y, agudizando la legislación de excepción y utilizando las decisiones de los jueces, llevaron al extremo el periodo de encarcelamiento.
No diría que han abandonado la política de arrepentimiento, pero creo que ahora prima otro criterio: que no se mueva nada, si no es para atrás. Combaten hasta el más mínimo avance, incluso los meramente humanitarios. ¿Por qué? Fundamentalmente porque, en la nueva situación, quieren utilizarnos como rehenes políticos, al objeto de condicionar el desarrollo de nuestro proyecto político y el futuro de Euskal Herria. Son conscientes, además, de que la sociedad vasca se identifica con una lógica de solución, por lo que cada paso que se diera se interpretaría como precedente para el siguiente, hasta completar toda la secuencia de la resolución. Por otra parte, quieren provocar desesperanza con el objetivo de alimentar dudas en el seno de la izquierda abertzale y, en la medida de lo posible, provocar división.
Así, se han parapetado tras el andamiaje jurídico de excepción construido en la fase anterior. Y, además de no progresar, dificultan enormemente la mínima solución a cada situación concreta. El ejemplo más evidente, y doloroso, es la crueldad de la que hacen gala con nuestros compañeros enfermos.
¿De qué forma valora el debate de EPPK y la propuesta que se ha realizado para el mismo?
Es un debate importante y, entre otras cosas, creo que pretende hacerle frente a la situación descrita. En la fase anterior la resistencia ha caracterizado al Colectivo. Si el enemigo pretendía hacer chantaje a los presos para perjudicar a la lucha de liberación, el Colectivo, por encima de todos los ataques, fijó como objetivo resistir firmemente. Por ejemplo, estableció sus normas internas en función de esa realidad. El Colectivo tuvo que hacer frente a situaciones muy duras, pero ganó la batalla política puesto que la política de arrepentimiento ha cosechado muy pocos logros. En todo caso, se podría decir que todo ello estaba ligado a la lógica de confrontación armada.
Tras la decisión de ETA de hace cinco años, en el «frente de cárceles» el reto principal es la vuelta a casa de los presos y presas. Todos pensábamos que tarde o temprano se impondría la lógica de la resolución y que la situación de los prisioneros y las prisioneras tendría otro desarrollo. Pero el Estado se ha enrocado para mantener el proceso de liberación encadenado a ese bloqueo. Ahora la izquierda abertzale, y también el Colectivo, deben responder a esa nueva situación. Y es lógico pensar que, de la misma forma que en su día se respondió al chantaje desde la resistencia, toca ahora responder al bloqueo propiciando nuevos movimientos y abriendo nuevas posibilidades. Siempre junto con el pueblo.
Ese es, de alguna forma, el camino abierto hace tres años con aquella declaración del Colectivo, y este debate viene a profundizar en ello, con valentía y determinación.
La dinámica por los presos se ha fortalecido en la calle, pero la llave de las celdas está en manos de los estados. ¿Cómo se puede salir de esa situación?
Esa es la dificultad añadida que tiene el ámbito de los presos, que para resolverlo hay que mover a los estados y no hay resquicio para evitarlo. La pregunta es cómo se hace eso. Y hay que decir con honestidad que no existen fórmulas mágicas. Lo que está claro es que debemos dar la batalla como pueblo y que, para ello, hay que acumular y movilizar todas las fuerzas posibles. Tanto aquellas que comulgan con la trayectoria y proyecto político de la izquierda abertzale como aquellas otras que tienen procedencias y proyectos políticos distintos. Tanto aquellas que hacen suyo el objetivo de la vuelta a casa de todos los presos como aquellas otras que se quedan aún en pasos intermedios.
Además, la movilización popular no debe mover solo a los estados, sino también a los representantes políticos e institucionales vascos. Aunque dicen estar en contra de la política penitenciaria vigente, el compromiso mostrado hasta ahora ha sido ciertamente discreto en muchos casos. Con un amplio consenso, la confrontación respecto a la actuación de los estados sería más eficaz.
Y junto con ello, se debe seguir desgastando la posición de los estados en todos los terrenos. Crear contradicciones, también en ese ámbito jurídico que tienen tan amarrado.
La izquierda abertzale está llevando a cabo un proceso de reflexión, con el proceso Abian en un principio y con los congresos de las organizaciones ahora. ¿Qué importancia tiene?
Muy alta. Como dijimos hace un año, la izquierda abertzale se encontraba inmersa en una crisis política profunda. Tras abrir el nuevo ciclo político, mediante la resolución “Zutik Euskal Herria”, primero, y la decisión de ETA, después, no estábamos acertando en aprovechar las oportunidades abiertas por todo aquello, lo que obligaba a analizar el devenir de los últimos años y repensar el esquema político. El proceso Abian posibilitó hacerlo.
Se podría decir que los procesos específicos de cada organización tienen como objeto adecuar los instrumentos para este nuevo esfuerzo al objeto de dar otro impulso a la estrategia de la izquierda abertzale. Están siendo ejercicios realmente importantes, como demuestra el hecho de que se hable de refundación de la izquierda abertzale. De ahí en adelante, tendría que llegar el tercer paso; esto es, el desarrollo del conjunto de la línea renovada, con la iniciativa independentista como eje.
¿También ETA va a realizar su propio ejercicio de reflexión?
Sí. Se prevé un proceso de reflexión entre toda la militancia de ETA a partir de primavera.
La izquierda abertzale, y también ETA, han dicho más de una vez que el eje central debiera ser el proceso como pueblo, el proceso independentista... ¿Ve avances en ese terreno? O, dicho de otra manera, ¿si no se avanza en ello, no quedaría cojo todo sobre lo que hemos hablado (solución a las consecuencias, refundación de la izquierda abertzale...)?
La propia izquierda abertzale quedaría renqueante ya que, sin avanzar en su principal quehacer, estaría totalmente perdida. Porque la izquierda abertzale no es una fuerza política convencional, que de alguna forma puede vivir en la inercia de la mera gestión de la política diaria. Nacimos para ganar, para desterrar toda opresión, y con esa ambición y tensión hay que encarar el futuro.
Hace ya dos o tres años, nos lo recordaban diferentes compañeros que estaban presos. Que no nos quedáramos bloqueados en la resolución del conflicto, en el intento de abrir un nuevo tiempo de negociación o en la lucha por liberar a los presos. Que lo importante era seguir en el proceso de liberación y que todo lo demás se debía colocar en función de ello.
La izquierda abertzale acaba de concluir que, en esta fase política, el proceso de liberación avanzará mediante un proceso independentista popular y ahí deben situarse todas las fuerzas.

Opinión:

Para saber y opinar primero hay que conocer. Y aunque es muy duro leer ciertas palabras y frases que vienen de alguien que es miembro de la banda terrorista ETA, lo cierto es que hay que hacer el sacrificio para que tiempo mas tarde, cuando te preguntes, sepas exactamente de qué van los asuntos.
De esta entrevista me quedo con dos frases, quizás de manera interesada… pero ahí están y ahí quedan.

“Sí. Se prevé un proceso de reflexión entre toda la militancia de ETA a partir de primavera”… es de esperar que así sea porque han transcurrido más de cinco años desde el final del terrorismo, aunque podrían haberlo hecho antes.


“La izquierda abertzale acaba de concluir que, en esta fase política, el proceso de liberación avanzará mediante un proceso independentista popular y ahí deben situarse todas las fuerzas”. Evidentemente es una buena noticia que quien antes jaleaba, excusaba o miraba para otro lado tras cada atentado terrorista, ahora decida situar sus fuerzas en una nueva fase política sin violencia ni atentados. La lástima es que, décadas atrás, no se dieran cuenta de hacerlo así, para haber ahorrado muchísimo sufrimiento.